¿Te
han sorprendido en alguna ocasión diciéndote que hablas mientras
duermes? Posiblemente sea así y formes parte de ese aproximado 14% de
los seres humanos que hablamos dormidos, aunque tan solo sean unas pocas
frases masculladas, o sonidos incoherentes que no conducen a nada.
Este fenómeno, conocido científicamente como somniloquia, es una parasomnia que alude a hablar en voz alta durante el sueño.
Suele producirse a menudo en la infancia, y con frecuencia no más allá
de los 10 años de edad, perdiéndose este hábito con el transcurso del
tiempo. Sin embargo, también lo pueden experimentar personas que hayan
padecido episodios de sonambulismo en el pasado (o que si no lo han
tenido, lo vayan a experimentar en el futuro). A pesar de encontrarse ya
en la edad adulta, continúan manteniendo esa facilidad para hablar
dormidos. El porcentaje es mínimo, pues son tan sólo un 5% de los adultos se ven afectados por la somniloquia.
Como
es lógico pensar, hay muchas maneras de hablar mientras dormimos. Hay
personas que balbucean palabras ininteligibles o simplemente sonidos
extraños, mientras que otros son capaces de hilar y pronunciar frases
comprensibles, pudiendo incluso llegar a hilvanar un discurso completo y
coherente. Tanto en los estudios realizados al respecto, como en las
experiencias que día a día vivimos con aquellas personas con las que
compartimos lecho, también se ha comprobado que algunas hablan de manera
espontánea y sin recibir ningún tipo de estímulo, mientras que otras
pueden hacerlo motivadas porque un interlocutor les incite a ello. Es
decir, si tienen a otra persona que va animándoles a que respondan, los
durmientes lo harán hablando y siguiendo la conversación a pesar de
estar sumergidos en el sueño. De esto puedo dar fe por mí misma porque
me sucede muy a menudo, tal como me relata en ocasiones mi marido. De
todas formas, en mí no es extraño pues fui sonámbula hasta los 21 ó 22
años de edad.
Para aclarar un poco este fenómeno, diré que el hablar dormido generalmente sucede durante un despertar transitorio del sueño, ya sea en la fase REM o no.
A estas alturas ya conocemos que durante la fase REM se produce el
llamado sueño paradójico, fenómeno en el cual la actividad cerebral es
muy intensa, y durante el que los sueños son particularmente vívidos. Es
en esta fase cuando, habitualmente, se produce una desconexión muscular
para evitar que nos hagamos daño o lastimemos. Lo usual es que
también se “desconecten” los músculos faciales, y que las cuerdas
vocales permanezcan inactivas, pero en algunas ocasiones este mecanismo
no se engrana bien y podemos llegar a pronunciar en voz alta palabras de
lo que estamos soñando en ese momento, que es a lo que aquí hago referencia.
También
puede darse otra situación y es que hablemos dormidos durante lo que se
conoce como “sueños transitorios”, que no son otra cosa que las
ensoñaciones propias de ese momento en que no estamos completamente
dormidos, pero tampoco despiertos del todo. En ese momento, la
desconexión muscular aún no se ha completado, y por eso podemos repetir
algunas frases del sueño. En general, la persona puede hablar dormida en
cualquier momento de la noche y durante cualquier fase del sueño, pero
es más común que lo haga en las etapas más profundas. Por eso, las
personas suelen hablar más a primeras horas de la noche, ya que a medida
que avanza el reloj, el sueño se hace más ligero.
Las investigaciones han demostrado que generalmente no se trata de algo importante, sino más bien de discursos
sin sentido y con una escasa duración de entre 1 y 2 segundos, aunque
personalmente, y en base a mis propias experiencias, considero que este
breve periodo de tiempo al que alude la ciencia es excesivamente corto.
Sea como sea, no deja de resultar un acto fascinante si tenemos en
cuenta las formas en la que se desarrolla, porque está claro que no se
trata de una enfermedad. Hablar dormidos no tiene por qué suponer ningún
tipo de preocupación, y en ocasiones hasta puede resultar simpático,
siempre que no nos acometa la duda de si lo que hemos dicho resulta
procedente o no ante nuestro oyente.
En
circunstancias normales, las personas que no habitúan a recordar sus
sueños con gran detalle sólo mantienen en su memoria unas breves
pinceladas del paisaje de sus sueños. Sin embargo, hoy conocemos el
caso de un hombre que narraba sus sueños con un detalle increíble, y que
lo hacía mientras estaba dormido. Su nombre era Dion McGregor, y
aunque falleció en 1994, nos dejó un increíble y fantástico legado de
numerosas cintas de magnetofón (era el método de la época al alcance de
cualquier bolsillo), donde se recogían sus sueños, narrados con un
detalle increíble por él mismo mientras estaba durmiendo y
“viviéndolos”.
Los sueños de
MacGregor han llamado la atención de muchos especialistas, que ven en
dichas grabaciones una ventana única al excepcional mundo al que
viajamos cuando dormimos. Sus historias están llenas de personajes y
situaciones excéntricas, y originaron los estudios de
la académica de Harvard, Deirdre Barrett. Esta científica señala que
las aseveraciones de quienes hablan dormidos no siempre coinciden con lo
que están soñando, pues a veces, el discurso parece más bien un reflejo
sin una historia asociada. Sin embargo, en otros casos, quienes hablan
dormidos reportan sueños que coinciden ampliamente con sus somniloquios.
La
historia de MacGregor es muy peculiar, pues de día era un aspirante a
compositor que se codeaba con personajes de la fama de Barbra Streisand.
Sin embargo, de noche, los dramas que narraba dormido eran
impresionantes. En un momento determinado de su vida, y atravesando una
mala racha económica, este hombre se alojó en casa de unos amigos,
debiendo dormir en el sofá por no disponer de otro espacio la vivienda.
Sin embargo, sus compañeros de alojamiento encontraban su hábito de
hablar en sueños algo irritante y, debido a ello, en cuanto pudo se mudó
con su amigo Michael Barr a otra vivienda. Fue a partir de ese momento
cuando sus somniloquios comenzaron a encontrar una audiencia más
dispuesta.
Muy temprano por la mañana, y procurando hacer el menor ruido posible, Barr se metía en el dormitorio de McGregor y colocaba un micrófono cerca de la cabeza de éste para comenzar a grabarlo. Algunas de las historias tenían tal nivel de detalle que hasta el propio McGregor se sorprendía después de su contenido. Fascinado, Barr se las mostraba con frecuencia a sus amigos. "Para él eran lo más destacado de su vida", dice Phil Milstein, un productor musical que comenzaría a intercambiar correspondencia con Barr y McGregor años después.
Por casualidad, las cintas llamaron la atención del legendario sello discográfico DECCA, que ofreció sacar un disco con una selección. El resultado fue un LP llamado “The Dream World of Dion McGregor” (El
mundo de los sueños de Dion McGregor), que salió a la venta en 1964
junto con un libro de la editorial Random House. Además, determinadas
grabaciones de sus monólogos en clave de humor se convirtieron en discos
de culto en los años 60.
Temiendo que se tratara de un engaño elaborado, el sello le encargó a un psiquiatra que examinara a McGregor. Finalmente, y tras exhaustivas pruebas, el veredicto médico fue que estaba saludable, sano mentalmente, y que no mentía ni fingía en absoluto. De ahí que la Dra. Barrett creyese que esto probablemente se explicase con la idea de un estado híbrido de sueño entre el sueño de movimientos oculares rápidos – REM - (normalmente anfitrión de los sueños), y una sombra de conciencia al despertar.
Sea como sea, ahí están esas muestras de que mientras dormimos, no descansamos. ¿Le puede quedar a alguien alguna duda tras semejante caso?