Desde hace un tiempo deseaba escribir acerca de este tema, sobre todo
dada la cantidad de gente que me pregunta al respecto. La verdad es que
se han vertido ríos de tinta para tratar de explicar los sueños lúcidos
en todas sus dimensiones, por lo que quizá pueda parecer algo redundante
lo que aquí trato de explicar. No obstante, mi enfoque no pretende ser
excesivamente científico o técnico. Para eso ya están los psiquiatras,
psicólogos e investigadores. A este lugar lo que me gusta traer siempre
son explicaciones fáciles de entender para casi todo el mundo, así como
casos reales que ilustren, de manera clara, el tema del que hablo. No
obstante, en esta primera ocasión me resulta imprescindible hablar
sucintamente del tema a nivel científico.
Tener la experiencia de vivir un sueño lúcido resulta apasionante, y
para muchas personas entre las que me incluyo, no es preciso inducirlos
de una manera más o menos “consciente” porque podemos hacerlo de manera
espontánea aunque, eso sí, sin tener la capacidad de prepararlos a
voluntad. Estar soñando y ser consciente de que lo estás haciendo
resulta, a primera vista, sorprendente. Y más todavía si vamos
modificando el sueño según nuestro deseo para que ocurran las cosas que
anhelamos. ¿Por qué sucede esto? Pues porque a las personas que
tenemos facilidad para experimentar sueños lúcidos, nuestro lóbulo
frontal nos funciona de manera algo distinta y no llega a estar
plenamente dormido. Como la consciencia del ser humano nunca se
desconecta del todo aunque estemos durmiendo, durante la fase REM (que
es cuando se producen las ensoñaciones), nuestra actividad cerebral
aumenta especialmente en el lóbulo frontal del cerebro, que es el que
está vinculado con la actividad cognitiva. Esto se sabe porque se ha podido medir científicamente.
En mi caso, reconozco haber tenido sueños lúcidos con más frecuencia
siendo niña o adolescente, aunque ahora también los tenga pero de manera
más esporádica. Ya no se producen con tanta frecuencia, pero cuando lo
hacen es a menudo tras una pesadilla, imagino que a manera de
autodefensa psíquica. Hace un tiempo leía en un artículo de la sección
de ciencia de ABC (http://www.abc.es/ciencia/20150127/abci-suenos-lucidos-ventajas-201501261802_1.html),
que el cerebro de los que experimentamos sueños lúcidos espontáneos es
diferente, pues tenemos la corteza prefrontal (el área del cerebro que
permite la autorreflexión), más grande que las personas que no
acostumbran a experimentar sueños lúcidos nunca o casi nunca. Esta es
una conclusión a la que han llegado neurocientíficos del Instituto Max
Planck para el Desarrollo Humano en Berlín, y el Instituto Max Planck de
Psiquiatría, en Munich.
Como veis, hay mucha especulación sobre el asunto, pero ahora llegamos
al meollo del asunto, a esa pregunta que me han hecho en numerosas
ocasiones ¿podemos provocarnos nosotros mismos los sueños lúcidos si no tenemos la capacidad de hacerlo de manera espontánea? O lo que vendría a ser un resumen de todo lo anterior ¿cómo se hace para tenerlos?
Lo primero que debo decir, por casos que conozco, es que el asunto no
es nada fácil, y además de necesitarse mucho tiempo, no todo el mundo
llega a lograrlo. Ni yo misma lo consigo cuando lo deseo.
Según Stephen LaBerge, en la actualidad uno de los mayores expertos en la materia,
la frecuencia de estos sueños aumenta si se entrena a las personas para
detectar los contenidos absurdos de los sueños, que habitualmente nos
parecen normales mientras soñamos. Esto nos ayuda a reconocer que estamos soñando, que es la principal característica de los sueños lúcidos,
los cuales se sabe también que ayudan en la mejoría de determinadas
patologías como la depresión o la ansiedad. Resulta curioso que también
tengan más sueños lúcidos de lo normal las personas con narcolepsia,
un trastorno del sueño que causa somnolencia excesiva y ataques de
sueño irreprimibles, incontrolados y frecuentes durante el día, así como
pesadillas que producen pánico durante la noche.
Siempre resulta muy chocante para el soñador descubrir que esta teniendo un sueño lúcido, y eso provoca que debido a la emoción que siente, se “salga” del sueño y se despierte, con la consecuente frustración. Por eso aconsejo que la primera vez que alguien descubra que está soñando, procure mantener la calma. Si tenemos un sentimiento de felicidad, hay que procurar no exteriorizarlo y tomarlo con moderación, porque esas emociones fuertes durante un sueño lúcido son propensas a hacernos despertar.
Estas pueden
ser impresionantes porque podemos soñar que volamos, que viajamos a
cualquier momento de la historia o que visitamos otras dimensiones, por
poner un ejemplo. El abanico de posibilidades en un sueño lúcido es
infinito, tanto como nuestra imaginación, aunque hay experiencias más
difíciles de realizar que otras, sobre todo porque se necesita tiempo
para asumir plenamente el control de este tipo de sueños.
Para tener un sueño lúcido se necesitan dos cosas: por un lado, un
sueño vívido que todavía seamos capaces de recordar cuando despertemos,
y tener también la capacidad de descubrir dentro del sueño que estamos
soñando. El concepto es muy simple: necesitas tener un sueño, de
alguna manera darte cuenta de que estás soñando, y luego tomar el
control del sueño para que sea interesante. Por último, permanecer
lúcido durante el tiempo que deseas es fundamental para que el ciclo se
complete.
Pero quiero puntualizar algo importante, y es que antes de comenzar a
tener sueños lúcidos, es necesario sobre todo tener facilidad para
recordar lo que se ha soñado, realizar comprobaciones de la realidad
para saber cuando estamos soñando, y poder planificar nuestro sueño para
experimentar el sueño lúcido que elijamos. Es obvio que no seremos
capaces de tener un sueño lúcido mientras no podamos recordar nuestros
sueños, por lo que ese es el primer punto por el que hay que empezar.
La naturaleza de los sueños es con frecuencia tan vívida, que muchas
veces creemos que estos son reales a pesar de que al despertar
comprobemos que no lo eran. Como el cerebro funciona siguiendo las
pautas del "ver para creer", es muy probable que creamos lo que vemos
como una cuestión de rutina, ya sea en un sueño o en la vida de vigilia.
Por eso es conveniente estimularlo para que sepa distinguir la realidad
de la ficción. La aventura resulta apasionante, y tener un sueño
lúcido, todavía más. Os garantizo que se consiguen experiencias
increíbles, pero esas las dejo para la próxima ocasión, en que os
contaré cómo se puede lograr tener un sueño lúcido, así como algún que
otro caso real que os impactará.