martes, 28 de febrero de 2017

LOS SUEÑOS EN EL ANTIGUO EGIPTO


 
 
Cuando nos sumergimos en la historia antigua, a menudo resulta chocante ver las afinidades y similitudes que se establecen entre los diferentes pueblos y culturas, por muy alejados que puedan estar geográficamente. No es este el caso de Grecia y Egipto, aunque cada uno pertenezca a un continente diferente. Sin embargo, la contaminación cultural es un hecho que proviene de miles de años atrás. Como es lógico, mi fascinación viene por el gran parecido en la forma de tratar el fenómeno de los sueños por parte de ambas culturas. Tanto la Grecia clásica como el Antiguo Egipto dotaron a la Oniromancia de una importancia extraordinaria que en la actualidad se ha perdido.
 

 

Hace ya un tiempo hablé de la técnica que se usaba en muchos pueblos de la antigüedad para analizar la psique del individuo en caso de que tuviese problemas, o para ayudarle con dudas o incertidumbres, en resumen, para sanarle. En mi post SUEÑOS PARA SANAR hablaba de que en la Antigua Grecia se estudiaban con detalle sueños “provocados” que los individuos iban a buscar al interior de los Asclepeion para obtener, a través de lo que se consideraba entonces que era una consulta a los dioses, la respuesta adecuada para cuestiones previamente planteadas. Con dichas respuestas, la persona salía comprendiendo lo que le sucedía, aunque siempre ayudada en dicha comprensión por los terapeutas que para ello estaban en el templo.

 

Pues bien, en el Antiguo Egipto ocurría algo similar, quizá por esa “contaminación cultural” a la que aludía antes, aunque dicha práctica, la llamada INCUBATIO y de inspiración claramente helenística, fuese ya relativamente tardía para la civilización egipcia. Cuando el egipcio de aquella época deseaba obtener la opinión de un dios sobre un tema en concreto, iba a dormir a un santuario específicamente creado para ello, totalmente convencido de que el dios se le aparecería en sueños y le daría una respuesta clara y sin simbolismos extraños.

 

Sin embargo, si nos hundimos en la noche de los tiempos, mucho antes de que la influencia cultural griega fuese una evidencia, el sueño poseía igualmente una fuerza especial para la mentalidad de aquel pueblo. A los ojos de los antiguos egipcios, la noche sumergía al durmiente en un tiempo muerto en medio de la creación, tiempo que poseía el don de hacer retornar a las fuerzas del caos. De ahí que considerasen que la persona que dormía se encontraba en un estado de muerte provisional, y en contacto con todos los seres y visiones fantásticas que frecuentan ese mundo de lo no tangible.

Para ellos, el sueño era un territorio dominado por los dioses, quienes, invisibles durante el día, podían aparecerse en su auténtica forma al llegar el ocaso. Por la noche, y con el sueño, el hombre tenía la oportunidad de percibir las realidades del Más Allá que le rodeaban. Sumergido en la noche y sin contacto con lo terrestre (siempre bajo el prisma del hombre egipcio antiguo), el durmiente se abría a las numerosas percepciones de un universo diferente, en el que el futuro podría mostrarse ante él. Sin embargo, el tipo de sueños que más interesaba en el Antiguo Egipto, y al que mayor atención dedicaron, según se ha podido descifrar en sus numerosos escritos sobre este tema, es a los SUEÑOS PREMONITORIOS. (La mayoría de vosotros habréis escuchado hablar, en más de una ocasión, de los famosos sueños que tuvo un faraón y que al no saber interpretar, fueron entendedidos con certeza por José. Hoy no hablo de este episodio, sino de la visión general que tenían los egipcios acerca del mundo onírico).

 

El sueño, si se interpretaba correctamente, revelaba a los egipcios las inquietudes del futuro, y la magia les permitía, ya en estado de vigilia, liberarse de ellas. Si los sueños eran nefastos, se consideraba que traían consigo una advertencia para protegerse ante la eventual amenaza del futuro, o también que el durmiente estaba indefenso en esos momentos ante las malvadas fuerzas del caos.

 

Cabezal de Tutankhamon

Resulta muy curiosa la cabecera que tenían los egipcios en sus lechos. A modo de precaución o protección, utilizaban una especie de reposacabezas para sostener sus cabezas mientras dormían. Este cabezal tenía forma de media luna y se sostenía por un pie, estando provista de una almohada donde apoyaban la cabeza. En el pie se reproducían grabados o pinturas de imágenes divinas destinadas a proteger al durmiente de las malvadas fuerzas que, según su visión, habitaban la noche.

 

Para ellos, el momento de soñar comportaba riesgos, ya que las imágenes oníricas podían estar cargadas de imágenes amenazantes. En la mayoría de los casos, los sueños constituían una útil visión del futuro, o una forma de contactar con el universo sobrenatural de los dioses. Como estos, según el pensar de este pueblo, raramente se aparecían a los simples mortales durante el día, era probable que pudiesen hacerlo en sueños. De ahí que estas visiones, por muy extrañas que pareciesen, se considerasen advertencias divinas a tener muy en cuenta, surgiendo de ellas la necesidad de clasificar los sueños para definir sus significados.

 

Numerosas fuentes coinciden en afirmar que existieron en el Antiguo Egipto unas claves para interpretar los sueños, las cuales consistían en unas listas que marcaban cómo interpretar cada relato onírico. Además, se cree que su antigüedad es grande y que este aspecto ya se tenía en cuenta en los comienzos de dicha civilización. Los primeros fragmentos conservados de un tratado egipcio sobre los sueños pertenecen a la XIII dinastía, alrededor del 1.750 a.C., y se trata de una exposición de fórmulas para recitar con el fin de protegerse de los efectos de "todo sueño malvado visto en el transcurso de la noche". Las más interesantes de estas claves, de las que se conservan algunos fragmentos, se conoce gracias a un papiro, el Papyrus Chester-Beatty III, cuyo contenido podría remontarse hasta el periodo que va del 2000 al 1785 a.C., y al que se llamaba EL LIBRO DE LOS SUEÑOS.

 

Según esta documentación, el que un hombre viese en sueños una serpiente era algo bueno, un magnífico augurio, y se interpretaba como un aumento de las provisiones. Y había toda una lista que indicaba qué sueños eran buenos y cuáles no. Por ejemplo, todavía se conservan indicaciones como las de que si el soñador se veía mirando por una ventana era bueno, ya que significaba que el dios escucharía su grito. Sin embargo, ver una cama ardiendo reflejaba el rapto de su mujer, o ver a un enano presagiaba que la mitad de su vida le sería arrebatada. Bajo nuestro prisma actual y occidental, esta interpretaciones podrán parecernos de los más extraño, pero hay que tener en cuenta el contexto social y el marco moral en el que se movía esta gente. La importancia que le daban era tal, que se sabe que desde el 2000 a.C. los egipcios acostumbraban a anotar sus sueños en papiros.

 

Las tablas que contenían las interpretaciones de sueños no circulaban de mano en mano, ni estaban al alcance de cualquier ciudadano que quisiera descifrar el sentido de sus relatos oníricos. Estas claves de sueños eran elaboradas y conservadas por los ESCRIBAS de la Casa de la Vida, una especie de instituciones religiosas donde se copiaban los manuscritos rituales, y donde se cultivaban diversas ciencias, como medicina, teología, y naturalmente, oniromancia.

 

Cuando la Biblia fue traducida al copto, la expresión empleada para designar al intérprete de sueños en la historia de José fue SPHRANCH. En ella se puede reconocer la antigua forma SECH-PER-ÂNKH, "Escriba de la Casa de la Vida", de lo que se deduce la gran importancia que tenían estos personajes, así como su uso restringido a las clases más poderosas del Antiguo Egipto. Sin embargo, y a pesar de ello, no podemos obviar que en su totalidad, este gran pueblo concedió la máxima importancia a un hecho que todos los humanos realizamos cada noche, y al que muchos no prestan atención: soñar.

 

Tal vez si estuviésemos más atentos a esas imágenes oníricas, nuestra forma de caminar en la vida fuese más acertada. La sabiduría que encierran los sueños es más grande de lo que pensamos. ¡Bien que lo sabían los antiguos egipcios!


Fuentes:
https://www.guioteca.com/tarot-y-suenos/los-suenos-en-antiguo-egipto-contacto-divino-y-misterioso/
http://atlascultural.com/historia/suenos-civilizaciones-antiguas-i
Luigi Prada (2011): Classifying Dreams, Classifying the World: Ancient Egyptian Oneiromancy and Demotic Dream Books.


 

 
 

 

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