TAROT Y VIDAS PASADAS
Un vistazo a nuestro camino a través de la eternidad
¿Cuántos de nosotros creemos realmente en vidas pasadas? ¿Consideramos esta cuestión algo romántico e irreal, o por el contrario, la vemos plausible? Debo confesar que, a lo largo de los años y debido a ciertas experiencias personales de corte mediúmnico, especialmente a través de los sueños, he comprendido que una de mis tareas prioritarias es proporcionar la evidencia de que hay vida después de la muerte. Cierto es que en muchas ocasiones lo he conseguido con éxito, pero confieso que también en otras me he sentado a cavilar sin dar crédito a determinadas cosas que descubría. Reconozco que son muy difíciles de corroborar como reales algunos hechos que suceden en nuestra vida actual, pero que tienen su origen en existencias anteriores.
A estas alturas estoy algo cansada de encontrarme con gente que cree haber sido un gran personaje histórico en otra vida. Los cientos de Cleopatras, Alejandros Magnos, Reinas de Saba y otros, por no hablar de las manifestaciones del Arcángel Miguel, Rafael, etc. (por supuesto, siempre en forma humana) han llegado a irritarme. ¿Qué hay acerca del barrendero, los pastores de ovejas, las señoras de la limpieza o los controladores aéreos? ¿son menos importantes sus vidas que las de los grandes personajes? ¿las lecciones extraídas de esas vidas son menos significativas o menos importantes espiritualmente?
Es probable que, al meditar sobre el asunto, se llegue a la conclusión de que la posición o status de una persona en el orden social determina la autenticidad de su pasado, y en última instancia, sus lecciones espirituales. Si esta es la conclusión que se extrae, la considero absolutamente incongruente en un universo en el que el Todo es Uno. También me he encontrado en ocasiones con personas que, en situaciones concretas, ven su vida actual y la estructura y orden sociológico que tienen dentro de ésta bajo el prisma que antes mencionaba. Es esta vanidad, esa tendencia hacia el esnobismo y elitismo la que me ha abocado a realizar un estudio serio a tiempo completo de la Rueda del Renacimiento.
A través de los años se han recopilado, por parte de expertos e investigadores, numerosos relatos de niños que recordaban una existencia anterior a la actual. También se han generado muchas creencias religiosas adheridas a doctrinas reencarnacionistas, las cuales llevan ya recorrido un largo trecho para apoyar la idea cuántica de que habitamos un universo multidimensional.
Sin embargo, las historias de vidas pasadas aparecen en mis consultas... surgidas prácticamente de no sé sabe dónde.
Después de bastantes años realizando lecturas de tarot he aprendido que la historia que se desarrolla en una consulta es una alegoría (con esto quiero decir que ver la reencarnación en un sentido alegórico ayuda a darle realismo). A partir de ese punto, la historia se convierte en una inspirada serie de imágenes y sensaciones que hablan desde lo más profundo de la psique de la persona que tengo enfrente. También he aprendido que estas alegorías no son una coincidencia, y que deben ser descomprimidas en pequeños y puntuales detalles que perfilen realmente los mensajes. Bien analizado todo, obtenemos una idea de cómo una posible existencia anterior podría tener un impacto en la vida actual.
Creo firmemente que tiene que haber un vínculo crucial con estas cuestiones, un enlace a lo que está sucediendo en el ahora, en la vida actual.
Nuestros recuerdos de vidas anteriores fueron erradicados de nuestra mente consciente por una gran razón, que no es otra que ayudarnos a que podamos vivir plenamente la existencia que estamos teniendo ahora, sin recuerdos ni lastres de otras vidas que nos impidan avanzar. Sin embargo, a veces se impone ampliar nuestro pensamiento para que nuestras circunstancias se conviertan en el oráculo que nos ayude a comprender el caos en el que hemos nacido... bajo nuestro propio punto de vista. Tal vez ese caos no sea tal, sino algo meramente necesario para nuestra evolución espiritual.
Es por eso por lo que veo al Tarot, especialmente a los Arcanos Mayores, como una serie de imágenes arquetípicas que nos conectan de manera inmediata con la conciencia colectiva, momento a partir del cual comenzamos a “recordar". Como arquetipos se asemejan a cada experiencia humana, y en algún nivel de nuestra conciencia entendemos lo que podría ser dicha experiencia, incluso si no hemos participado en algo similar en esta vida. Esa experiencia es clave para entender la naturaleza de nuestra espiritualidad. La Tierra es el lugar de lo físico, de la vivencia, ya que estar vivo es lo más espiritual que podemos hacer y ser.
El Loco lleva su mochila, y se ha postulado que esta bolsa lleva recuerdos de vidas anteriores, siendo el equipaje del viaje a través de la eternidad.
Por lo tanto, estamos comprometidos con la idea de que nuestras experiencias de una anterior vida, en cierta medida, han creado lo que somos hoy. En la Cábala se llama Tikkun: cada vida es una oportunidad para la corrección
El Tarot, a modo de espejo para el alma, sirve como digno vehículo para explorar escenarios acerca de nuestro auténtico lugar en la Rueda de la Encarnación, especialmente si sabemos utilizar las cartas de manera provechosa para obtener dicha información.
Con una tirada concreta de tarot con la que trabajo desde hace años, se pueden obtener aclaraciones y sobre todo, utilizar los arcanos como catalizadores para el crecimiento personal. Una vez realizada dicha tirada, llega el momento de honrar nuestro pasado. Hay que ofrecerle a éste paz y bendiciones, dando las gracias a la vida misma por la oportunidad y el momento que tenemos para crecer. El resultado es muy interesante, y siempre he visto a mis consultantes salir satisfechos de la experiencia, tal vez porque finalmente han podido descorrer ligeramente ese velo que nos ciega en el momento en que somos alumbrados a este plano.
No olvidemos nunca que somos co-creadores de nuestra vida, y que para ser conscientes de ello necesitamos en primer lugar una visión global. Permitir a nuestros nuevos conocimientos formar o transformar esa visión en algo significativo y valioso es una tarea ardua, pero que al final merece la pena.
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