domingo, 8 de marzo de 2020

EL LADO OSCURO Y SU FUERZA



En el universo coexisten infinitas formas existenciales con inteligencia propia. Los seres de luz y los ángeles son algunos de los que nos brindan positividad y energías benéficas. Pero también habitan en él numerosas fuerzas de la oscuridad, dotadas de esa misma inteligencia y que existen por derecho propio. Unas no podrían vivir sin las otras, porque son la eterna lucha entre la luz y las tinieblas que debe producirse en todo momento para que haya un perfecto equilibrio.


El lado oscuro y sus fuerzas tienen dos maneras de actuar para ejercer su influencia negativa sobre nosotros. La primera consiste en desorientarnos, a pesar de que estemos dotados de inteligencia y gran fuerza mental. La segunda se basa en extraernos la luz que irradiamos intensamente. Son energías negativas y entes que, al unísono, conviven con nosotros en el universo. No todo se puede achacar exclusivamente a los malos pensamientos y acciones de nuestros congéneres. Según la tradición judeocristiana, el demonio es uno de ellos, pero también lo son los ángeles caídos o los fragmentos desprendidos de los seres ya difuntos.


Estoy convencida de que muchas de las personas que lean estas líneas sonreirán con suspicacia ante la idea del demonio, y es probable que no crean en su existencia. Yo tampoco lo imagino amparado bajo la forma de un diablo exhalando fuego por su boca, con cuernos, tridente y una cola terminada en punta de flecha. Antes he aludido a que este concepto pertenece a una tradición claramente judeocristiana. Según se desprende de textos provinientes de ambas religiones, fue creado para explicar de una manera sencilla las fuerzas del mal y el lado oscuro que existe en el universo


No hay que olvidar tampoco al Islamismo. Éste se hace eco análogamente de una imagen demoníaca similar para representar la tentación que pone a prueba nuestra fortaleza espiritual. Otras religiones, en cambio, le dan un enfoque diferente. El Hinduismo considera que dicho personaje no es más que una parte natural del Cosmos. Sin embargo, los budistas creen que el demonio es una muestra de nuestra ignorancia, que se puede superar practicando el culto con conciencia y aplicación. Personalmente, me quedo con la versión que he dado al principio: el lado oscuro es un balance necesario en las fuerzas universales para poner orden en el caos. De la misma manera que existe la luz, debe existir la oscuridad, y ésta tiene un enorme poder, llamémosla como queramos.


  
En general, las personas que rechazan la existencia de esta fuerza maligna suelen ser las que nunca han experimentado su influencia, afortunadamente para ellas. Los ataques del lado oscuro pueden ser tenebrosos, malignos y muy poderosos. Por esa razón debemos saber enfrentarnos a ellos o, mejor aún, rechazarlos antes de que se acerquen.


Las fuerzas cósmicas de connotación negativa son fáciles de identificar. Sencillamente, no son otra cosa que la pérdida, decadencia y final o muerte, inherente al devenir de cualquier ser vivo. No obstante, debemos incluir también las conductas negativas del ser humano, tan poderosas como devastadoras para nuestras vidas. Sentimientos como la cólera, el resentimiento o el deseo de agredir, logran conectarse fácilmente con las energías adversas y el sufrimiento de las víctimas. Por desgracia, eso provoca que la atmósfera psíquica de nuestro planeta se cargue de una inmensa negatividad. Su fuerza es tal, que contamina numerosos campos magnéticos con vibraciones de un espectro muy bajo. Hace un tiempo hablé de ello en el blog. Aquí os dejo el enlace al artículo en el que hablaba de estos seres que pueblan el bajo astral: http://maytedelsols.blogspot.com/2015/09/el-bajo-astral-y-sus-habitantes.html


  
El lado oscuro, más conocido como el Mal, tiene una descomunal energía. Por ello, lo mejor es no enfrentarse jamás a él y huir de cualquier tentación que nos pueda acechar. Nunca estaremos lo suficientemente preparados para afrontar dicho ataque, aunque pensemos lo contrario. Se puede presentar de innumerables formas, y resulta muy fácil sucumbir. El mejor método para combatirlo, utilizado también por todo el universo, es mostrarnos fuertes y robustos. Debemos protegernos con nuestra mayor fuerza espiritual, negándonos a entablar la más mínima relación con él.


Si tenemos presente en todo momento el infinito amor cósmico, la batalla estará ganada. No obstante, debemos ser cautos para no retirarnos antes de tiempo. El cansancio, o cualquier fractura o resquicio en nuestra coraza, pueden dar al traste con nuestras intenciones. 



 

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