sábado, 20 de febrero de 2016

A LOS QUE SÓLO VEMOS CUANDO SOÑAMOS






Hace unos días, disfrutando de la gala de los Goya, escuché una frase que me sobrecogió, la que da título a esta entrada. De las películas en liza, Truman era la única que yo había visto, quizá por la fascinación que me inspira Ricardo Darín. Esta cinta protagonizada por el genial actor argentino resultó ser la gran triunfadora de la noche, y cuando su productora, Marta Esteban, salió a recoger el Goya a la mejor película, hizo la clásica dedicatoria: a todo el equipo, a la familia, etc. Y justo al final de sus palabras de agradecimiento, dejó la siguiente perla: “Y a los que sólo vemos cuando soñamos.”.

Esta frase, tan sencilla como hermosa, digna de ser enmarcada, seguramente no fue entendida por la mayoría de los espectadores. Aunque no voy a destriparla, sólo diré que Truman es una película sobre el amor a la vida y la aceptación de la muerte. Y es a nuestros difuntos, sin duda, a quienes se refería Marta Esteban con su dedicatoria “a los que sólo vemos cuando soñamos”. Muchos pensaréis, y con razón, que podemos soñar con nuestros difuntos porque los añoramos, y las imágenes son sólo fruto de nuestro subconsciente, una reconstrucción cerebral de entrañables recuerdos. Pero no es menos cierto que en ocasiones ellos sí se nos acercan realmente, aprovechando que mientras dormimos caen las barreras que les impiden contactar con nosotros. Los sueños son así de mágicos.

Nadie está solo. Ninguna persona, por muy desesperada que esté, queda abandonada a su suerte por los seres que la amaron. Sólo necesitas detenerte, relajarte y pedir con el corazón. Porque ellos están ahí. Es cierto que no los puedes ver, de hecho es algo absolutamente excepcional poder verlos cuando estamos despiertos, pero tampoco se pueden ver las ondas de telefonía móvil, y nadie duda de su existencia. Nuestros difuntos, y otros seres de luz que nos acompañan, son quienes nos ayudan a salir adelante cuando estamos muy cansados y pensamos que ya nada merece la pena.

Necesitamos creer en ellos, saber que la muerte no es real, sino sólo un tránsito que no recordamos, pero por el que todos hemos pasado y volveremos a pasar. Si no crees, si no tienes fe, si maldices tu vida, tú y sólo tú estarás impidiendo que te puedan ayudar y proteger quienes están deseando hacerlo. Muchos afirman que no se sabe a ciencia cierta qué es más real, si el estado de vigilia o el de sueño. Lo que yo sí te puedo asegurar es que, dondequiera que estés, si les haces un hueco en tu maltrecho corazón, podrás verlos. Ellos siempre estarán ahí para iluminar la película de tu vida. Confía: no necesitas nada más para revivirlos y revivirte.




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