LA AYUDA QUE NOS BRINDA EL TAROT
En muchas ocasiones, las personas que se acercan al tarot, y especialmente aquellas más curiosas, se preguntan cuál es su utilidad práctica, para qué sirve y de qué manera les puede ayudar. A veces, hasta llegan a cuestionarse su veracidad, así como los mensajes que el cartomante transmite, pues ha sido tanta la injerencia e intrusismo en este campo, que se ha desvirtuado por completo su significado y el motivo de su existencia.
¿Hasta qué punto puede ayudar el tarot? Mi experiencia me indica que muchas de las personas a las que he conocido lo que necesitaban fundamentalmente era alguien con quien hablar, alguien a quien contarle sus problemas y que les escuchase. Las diferentes situaciones que he vivido me confirman que el ser humano necesita el calor de otro ser humano, confiar sus penas, charlar un buen rato y desahogarse. En ese contexto puedo afirmar que el tarot les ha servido de mera excusa para acercarse a una desconocida y contarle vivencias que saben ésta no va a revelar.
Sin embargo, en otros momentos que también se repiten con bastante frecuencia, observo que las personas tendemos a obcecarnos con los problemas que acucian nuestra vida. Probablemente tengamos delante la respuesta, clara y diáfana, pero nuestro bloqueo mental impide a menudo que la descubramos porque nuestro yo interior se niega a aceptarla. ¡Resulta tan doloroso a veces! De todas formas, y aunque así sea, no hay que olvidar que esto nos sirve para crecer. La vida es crecimiento, y estancarnos sólo implica un letargo nefasto para nuestra evolución.
En estos momentos tan duros en que nuestra mente y entendimiento se nublan, las enseñanzas y consejos del tarot son vitales. Sus claros mensajes nos indican, de forma lapidaria, cuál es la mejor forma de actuar así como los siguientes pasos que debemos dar. Ese es un momento crucial, sobre todo para el tarotista, porque resulta algo complicado hacerle ver a una persona bloqueada mentalmente que su negación a aceptar la situación, el que su pareja la haya dejado, por ejemplo, puede no deberse a que uno de los dos haya obrado mal, sino a que esa persona en realidad no la quería, y que lo más beneficioso es que se aleje de ella. También resultan especialmente difíciles situaciones como las del fallecimiento o pérdida de seres queridos; en esos momentos es preciso utilizar los conocimientos con gran psicología y, especialmente, mucha humanidad.
En según qué circunstancias, la vida nos presenta su cara más trágica y dolorosa, y entonces pensamos que nuestros problemas son los únicos, y que nadie sufre como nosotros. En esos instantes, la persona se vuelca en el tarotista tratando de que sea éste quien le resuelva el problema, pero en realidad para lo que verdaderamente nos necesitan es para recoger, de la forma más fidedigna posible, las enseñanzas y consejos que las cartas nos ofrecen, y brindárselas en su ayuda. Todo aquel que desee saber para qué sirve el tarot, debe asumir que éste no va a solucionarle la vida. Su finalidad es marcar tendencias y mostrar vías de salida, pero únicamente somos nosotros los que podemos tomar las riendas de nuestra vida y enmendarla.
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