martes, 14 de noviembre de 2017

EL MISTERIO DE LOS SUEÑOS COMPARTIDOS


 

Hace poco escribía un artículo referente a los sueños telepáticos en el que hacía alusión a las peculiaridades de este fenómeno onírico. A los pocos días, en el programa radiofónico LOS MISTERIOS DE ANAIS me solicitaron que hablara de ellos más ampliamente.

Al hilo de este tema, en dicha emisión su directora y presentadora me preguntó acerca de la diferencia o similitud entre los sueños telepáticos y los sueños compartidos. Lo cierto es que habitualmente se suelen confundir creyendo que son lo mismo. Tras aclarar que no lo son aunque se asemejen, me vino la idea de escribir este artículo de hoy al considerar que quedaron muchos temas en el tintero por falta de tiempo. Y es que los sueños compartidos son un fenómeno muy especial.

Como norma general, los sueños compartidos – también llamados “sueños mutuos” -, solemos tenerlos con personas con las que nos une algo, ya sea una relación personal, laboral o de cualquier otro tipo; es decir, personas con las que nuestras vidas se entrecruzan en algún momento. No obstante, también se pueden producir con alguien con el que apenas nos una nada. Como es lógico, este tipo de sueños parten de los telepáticos, que son aquellos donde dos o más soñadores se citan en sueños y comparten un escenario, real o imaginario. Ahí se reúnen y comparten experiencias, encuentros, aprendizajes o cualquier otro tipo de cosa.

Según la definición que les dio el profesor Hornell Hart en su obra “Towards a New Philosophical Basis for Parapsychological Phenomena” (1965) "los sueños compartidos son aquellos en los que dos o más soñadores se sueñan el uno al otro en una situación en común en el tiempo-espacio, e independientemente recuerdan sus alrededores, su conversación o sus interacciones dentro del sueño". También el psicólogo de la Universidad de Stanford, Stephen LaBerge, habla de ellos diciendo que los “sueños mutuos” sugieren que en ocasiones, el mundo de los sueños puede ser tan real como el mundo físico. Esto se debe a que el principal criterio para dicha "objetividad" es que una experiencia sea compartida por más de una persona, lo cual supuestamente ocurre en este tipo de sueños.


Partimos de la base de que los sueños son sucesos que produce nuestra mente inconsciente, y por ello, los hechos que vemos en esas escenas oníricas pueden reproducirse también en otras personas, aunque no sean exactamente de la misma manera. Esto mismo ya lo pensaban en la Antigua Grecia, donde se consideraba que los sueños conformaban una especie de realidad alternativa, a la que nuestra mente podía acceder dependiendo de las inhibiciones o reglas morales de su propia imaginación. Incluso se refieren anécdotas del Yoga Tibetano de los Sueños, o de los libros de Carlos Castaneda, donde es posible viajar a espacios oníricos en los que se puede tener interacción consciente con diferentes personas o entidades.

Compartir los sueños es un fenómeno muy recurrente en el mundo de los libros y las películas (como la más famosa hasta el momento, Inception), aunque en la vida real todavía no hemos sido capaces de explicar este tipo de experiencias. Se han realizado estudios para investigar el fenómeno del sueño compartido y la ciencia siempre se ha mostrado muy escéptica sobre su existencia. Sin embargo, los sueños compartidos suelen ser bastante habituales, más de lo que pensamos. Al parecer, son en principio una coincidencia que puede producirse porque dos o más personas (normalmente sólo dos), abordan de manera simultánea un mismo asunto que les preocupa hondamente.

Yo misma he sido consciente de ello en varias ocasiones al cotejar, de manera casual, mi sueño con lo que había soñado mi marido. Y puedo garantizar que la perplejidad es mayúscula al comprobar que hemos estado juntos en un sueño, compartiendo de manera espontánea vivencias y escenarios idénticamente exactos.


 En realidad, y como ya se sabe desde hace muchos años tras la magnífica obra de Carl G. Jung, todos estamos conectados de mil formas insospechadas por vínculos que ahora comienza a estudiar con interés la ciencia, y que el famoso psiquiatra suizo englobó dentro de los famosos arquetipos y el inconsciente colectivo. Al fin y al cabo, que dos personas sueñen lo mismo no es menos extraño que el adivinar o intuir lo que piensa alguien con quien tenemos un fuerte lazo emocional. Además, lo curioso es que ahora la ciencia comienza a doblegarse ante los términos de precognición y clarividencia para este tipo de fenómenos oníricos.

Según algunos científicos, la mejor explicación para los “sueños mutuos” está asociada a las conversaciones, reuniones u otras actividades que comparten las personas, y que son procesadas en sus sueños a la siguiente noche. Sin embargo, esta teoría no acaba de explicar cómo personas que no han tenido experiencias conjuntas compartan sueños, y además los recuerden o interactúen en ellos. En la actualidad, la Física Cuántica propone que toda la energía y la materia del universo están conectadas, de modo que lo que afecta a una porción minúscula del todo, afecta también al todo. Nuestras mentes, lejos de estar al margen de esa conexión, tal vez se enlacen de forma que no logramos comprender del todo, y por eso mismo nos dejan una sensación que varía entre el asombro y la inquietud.

Existen muchas experiencias reportadas por gran cantidad de personas en todo el mundo, en las que constatan que dentro de los sueños compartidos o mutuos, las personas pueden experimentar dos etapas distintas. Por un lado están los SUEÑOS NO LÚCIDOS, típicamente incoherentes y en los que cada persona manifiesta eventos revelados. Aunque las personas que comparten el sueño son conscientes de la presencia uno del otro, no llegan a comunicarse en el sueño, y ni siquiera saben en el momento que están experimentando el sueño compartido. Por otro lado, están los SUEÑOS LÚCIDOS, en los que ambos soñadores son conscientes de la presencia de la otra persona. Además, pueden interactuar y son conscientes de que están en un estado de sueño.

Hoy se sabe que existen dos modalidades básicas de sueños compartidos: los de Encuentro y los de Encaje. Los primeros son aquellos en que los soñadores pueden verse mutuamente y entender que están compartiendo el sueño, y que además pueden interactuar en él. Los de Encaje se caracterizan porque los soñadores no se ven y no saben que han tenido un sueño compartido, es decir, no interactúan entre sí. Solamente lo comprenden o se enteran de ello cuando se cuentan sus sueños y los cotejan.

Como se puede apreciar, el tema de los sueños compartidos es tan interesante como complejo. Por eso, la famosa frase de Tim Leary cobra una gran importancia en este caso: “el cerebro está conformado para diseñar realidades”. Pero claro, a partir de este punto cabe también cuestionarse la siguiente pregunta ¿cuál es la verdadera y tajante diferencia entre los sueños y la realidad?

 



jueves, 7 de septiembre de 2017

CREENCIAS ERRÓNEAS ACERCA DE LOS TAROTISTAS


Hace tiempo que deseaba escribir en el blog acerca de este asunto, y por fin se presenta la oportunidad. El motivo de escribir este artículo es debido a que, muchas veces, recibo a personas en mi consulta que vienen muy confundidas respecto al tipo de respuesta o ayuda que yo les puedo facilitar. Por lo que explican cuando les pregunto, observo que la gran mayoría suele cometer el mismo error al valorarnos a todos de la misma forma. Por eso, en esta ocasión, voy hablar de esos errores que, con frecuencia, desvirtúan nuestra labor como tarotistas profesionales.

Por regla general, estos son los cuatro aspectos más importantes, y también más equivocados, que la gente tiene al valorarnos en nuestra profesión.

Un/a tarotista tiene que ser vidente
Ésta es una idea muy extendida y generalizada. Parece que ambas cosas van unidas per se, es decir, que si eres tarotista o echas las cartas, automáticamente te cuelgan el sanbenito de que por obligación debes ser vidente.
Cuidado con este asunto, porque hay mucho fraude e intrusismo. Existen numerosas personas que se atribuyen el don de la videncia (y por desgracia, también el de saber leer el tarot), a manera de gancho para captar clientes, pero debo recalcar que la videncia y clarividencia son cualidades muy especiales, y muy pocas las personas que tienen la fortuna de poseer dicho don. En la mayoría de casos sólo son un gancho para que os gastéis el dinero con esa persona en lugar de con otra.
 
El destino de una persona es inamovible, y eso se ve con el tarot
Otra idea errónea. Muchos de los seguidores de mi blog sabéis que recalco algo a menudo: el tarot muestra tendencias, señala un camino y unas situaciones que pueden producirse SI SEGUIMOS ACTUANDO DE LA MISMA FORMA QUE HASTA AHORA.
Con esto quiero decir que las personas tenemos libre albedrío, y que si algo en nuestra vida no nos gusta, lo podemos cambiar modificando nuestra actitud y comportamiento respecto a dicha situación. En ese caso, la lectura que hicimos anteriormente del tarot cambiará. De ahí que este oráculo pueda indicarnos cómo se desarrollarán las cosas, pero en un plazo máximo de 6 meses. Más lejos de este tiempo, la lectura se desdibuja y las respuestas se diluyen quedando sólo simples bosquejos.
 
En ocasiones, me molesta que algún cliente me diga: “pues en cierta ocasión fui a una tarotista, y me dijo que conocería a un hombre cuando me quedase viuda, me volvería a casar y me compraría una casa en la playa”. Y además me lo dice como si no existiese otra posibilidad en su vida. En ese momento le pregunto si dicha predicción se cumplió, y al negarlo ella, le tengo que explicar lo que aquí estoy haciendo, es decir, que el tarot no hace predicciones para toda la vida, y que en algún momento de su vida, ella pudo cambiar su comportamiento y sus decisiones, y eso alterar su futuro.
 
Por eso es bueno repetir las consultas al menos cada 6 meses, como le ocurrió a la señora del ejemplo. Los pronósticos que le habían hecho no se cumplieron, y tuvo que acudir a una nueva consulta.


La consulta de un/a tarotista debe tener cierto ambiente de misterio
Bueno, eso es algo muy discutible y depende de los gustos. Hay personas que buscan encontrar un ambiente recargado y esotérico como símbolo de que la cartomante es experimentada, y otras que huyen totalmente de ese tipo de consulta. Como Los tarotistas abrimos las cartas, leemos lo que el tarot nos cuenta, y se lo transmitimos de la manera más clara posible al consultante, pero quiero recalcar que no estamos para resolver sus problemas, sino para ORIENTARLES acerca de lo que deben hacer para encauzar su vida.Nosotros no podemos actuar por ellos, ni tomar partido en tal o cual asunto. Somos meros observadores de la situación, que leemos una especie de mapa con coordenadas, y transmitimos las salidas, soluciones, consejos y forma de actuar que los arcanos nos indican. Después, está la libertad del propio consultante, su decisión, su voluntad para iniciar esa serie de pasos y llegar a donde las cartas le encaminen. Eso si quiere hacerlo; también tiene la posibilidad de dejarlo todo como está, claro.
 
Como antes decía, hay mucho intrusismo en este mundo, y algunas personas que desconocen por completo cómo leer el tarot se envuelven en un halo de misterio, parafernalia y palabrería para tapar su falta de conocimientos. El consultante queda entonces confundido y atrapado por el engaño, y no recibe una buena ni certera respuesta a sus preguntas, aunque eso sí, su dinero se quede sobre el tapete del estafador. Por eso ¡cuidado con este tema!
 
Un/a tarotista va a resolver todos tus problemas
Muchas personas creen que los tarotistas somos magos que resolvemos cualquier problema por artículo de gracia. Es muy habitual que alguien llegue a la consulta, se siente, y parezca decirte: resuelve todos mis problemas. Obviamente, esto no es así, y esta actitud a menudo nos genera una gran impotencia a los que nos dedicamos, de manera seria y profesional, al arte de echar las cartas.
 
Los tarotistas abrimos las cartas, leemos lo que el tarot nos cuenta, y se lo transmitimos de la manera más clara posible al consultante, pero quiero recalcar que no estamos para resolver sus problemas, sino para ORIENTARLES acerca de lo que deben hacer para encauzar su vida.Nosotros no podemos actuar por ellos, ni tomar partido en tal o cual asunto. Somos meros observadores de la situación, que leemos una especie de mapa con coordenadas, y transmitimos las salidas, soluciones, consejos y forma de actuar que los arcanos nos indican. Después, está la libertad del propio consultante, su decisión, su voluntad para iniciar esa serie de pasos y llegar a donde las cartas le encaminen. Eso si quiere hacerlo; también tiene la posibilidad de dejarlo todo como está, claro.
 
Un/a tarotista sabe el momento exacto en que van a suceder las cosas
Llegamos aquí a uno de los temas estrella, el “CUÁNDO”. No me cansaré de repetir una y mil veces que el tiempo, el momento exacto en que se va a producir un suceso, es muy difícil de concretar, tanto con el tarot, como con las runas o cualquier otro oráculo. Quien os diga que lo puede precisar con exactitud, os está engañando, salvo que tenga una auténtica y genuina clarividencia, y muchas veces ni en ese caso.
 
Hay muchas maneras de acercarnos al momento en que algo puede suceder, pero no con una exactitud milimétrica. Por eso, cuando mis clientes me hacen la fatídica pregunta del “¿cuándo ocurrirá?”, siempre les digo que las fechas son aproximadas, y la horquilla de tiempo puede rondar las 2 ó 3 semanas, incluso hasta un mes.
 
Cuidaros mucho de los que anuncian a bombo y platillo que proporcionan fechas exactas. Si eso fuese verdad, el tarot perdería todo lo que tiene de oráculo y consejero, y se convertiría en una quiniela de fechas ¡A ver quién la acierta más! Pretender que se den fechas concretas es como tratar de averigüar cuántas ondas emitirá en el agua una piedra que hemos arrojado al río. Este simple ejemplo da respuesta a lo que de aventurado tiene preguntarle una fecha exacta a un tarotista. Procuremos ser sensatos.
 
Estoy convencida de que a la mayoría de los que leáis este artículo se os ocurrirán más errores de concepto. Reflexionad sobre lo que os he comentado, y no cometáis los errores de bulto que aquí he señalado. Otro día hablaré precisamente de lo contario, es decir, de qué debemos buscar en un buen profesional del tarot.
 
 
 
 


sábado, 26 de agosto de 2017

ASPECTOS FILOSÓFICOS DE LOS ARCANOS MAYORES EN EL TAROT


En una lectura de tarot siempre se busca, en sí, un significado adivinatorio y un significado evolutivo. Hay muchas personas que, dependiendo del interés que tienen en ese momento, le dan exclusivamente una vertiente adivinatoria, pero no debemos olvidar que el tarot no sólo fue creado para eso, sino como un espejo o reflejo de nuestras virtudes y defectos como seres humanos, y como una ayuda para nuestra evolución personal en el tránsito por esta vida. Por eso, los aspectos filosóficos de los arcanos mayores en el tarot son importantes.


Por ello, es preciso hacer referencia a que cada arcano engloba una serie de conocimientos que forman una unidad, un todo. De ahí que sea necesario conocer los distintos matices de cada carta, para aplicarlos después en las diferentes cuestiones que plantean las lecturas, o que nosotros andamos tratando de descubrir. De este modo, cada arcano engloba un gran número de conocimientos imprescindibles de pasar por alto.

Considero preciso recalcar que los Arcanos Mayores son comprendidos como las grandes verdades o lecciones de vida, y los Menores, como las pequeñas verdades. De ahí que tengamos que identificar y separar su significado cuando los encontremos en una lectura. Las grandes verdades representan a nuestros deseos más elevados, pero también a los más inferiores, ya que no sólo hablan de la verdad y la vida, sino también de la mentira y la muerte.

Los aspectos filosóficos que englobaría cada Arcano Mayor son los siguientes:


EL LOCO (0): la inconsciencia e incomprensión. La libertad e inseguridad. Todo es nuevo.

EL MAGO (I): la buena acción a cambio de nada. La inocencia y el empuje para el inicio de nuevas tareas.

LA SUMA SACERDOTISA (II): la cruda realidad, el aprendizaje. La inactividad producida por la meditación.

LA EMPERATRIZ (III): la afabilidad y la alegría. La eclosión y la naturaleza en estado latente. Maternidad y consecución de objetivos a base de esfuerzos.

EL EMPERADOR (IV): la lucha por ser el mejor. El orgullo del Yo. La familia. El Padre.

EL SUMO SACERDOTE (V): la enseñanza, el estudio, la reflexión. La vocación.

LOS ENAMORADOS (VI): la atracción y adoración, el ídolo. El amor. La obsesión que nos consume. La duda y el dilema.

EL CARRO (VII): la búsqueda de cosas nuevas. La libertad conquistada. El éxito. Nuevos horizontes.

LA FUERZA (VIII): la lealtad a una causa o persona. La fuerza para salir adelante. La pérdida del miedo a la soledad. La valentía.

EL ERMITAÑO (IX): el aislamiento. La soledad para pensar. La reflexión y el conocimiento.

LA RUEDA DE FORTUNA (X): lo que tenemos a favor y en contra. Los cambios constantes de la vida. Los altibajos de la existencia. La suerte.

LA JUSTICIA (XI): el equilibrio. La elección de lo adecuado. Decir SI y decir NO.

EL COLGADO (XII): estancamiento, sacrificio voluntario. La lucha para averigüar el porqué de las cosas.

LA MUERTE (XIII): el misterio. El cambio hacia lo nuevo, lo distinto. Un borrón y cuenta nueva en la vida. El final de una etapa.

LA TEMPLANZA (XIV): el equilibrio y la mesura. Las fuerzas equilibradas. Sensatez. Corresponder a quien nos ama.

EL DIABLO (XV): el Ego. La tentación que empuja diciéndonos lo que deseamos escuchar. El peligro de un paso en falso.

LA TORRE (XVI): la caída. El derrumbre y fracaso. El odio repentino al descubrir la verdad. La pérdida de los valores anteriores.

LA ESTRELLA (XVII): la ilusión y esperanza. La verdad sobre todas las cosas. Las fuerzas astrales benéficas. Un buen camino hacia la obtención de lo deseado.

LA LUNA (XVIII): la inseguridad eterna. La oscuridad. Engaños y dudas. El lado conflictivo de las cosas.

EL SOL (XIX): las ganas de vivir. Se consigue la felicidad. Luz y vida. La obtención del placer.

EL JUICIO (XX): la claridad de ideas frente al mundo. Lograr imponer nuestras convicciones propias. Sacar a la luz lo recóndito. Un renacimiento.

EL MUNDO (XXI): la verdad interna que no se puede expresar. La realización y el éxito. Lo interno del YO que nadie conoce.

Estos que aquí indico son los significados raíz que ayudan a la comprensión global de lo que representa cada arcano. Es interesante que los apliquéis en vuestra lectura, si deseáis obtener una visión completa de ella.





lunes, 7 de agosto de 2017

LOS COLORES DEL TAROT


Seguramente os haya ocurrido en alguna ocasión, cuando estáis haciendo una lectura de tarot, que un color concreto aparezca de forma predominante en los arcanos que os van saliendo. Por supuesto, siempre depende de la baraja que estamos utilizando, pero la repetición de uno o varios colores en una serie de arcanos nos envía un mensaje que no debemos pasar por alto.

Por poner un ejemplo, resulta curioso encontrarse el color amarillo, especialmente en su tonalidad oscura, cuando preguntamos por temas de vivienda o de trabajo, es decir, temas relacionados con lo material. Como en este blog utilizo el Tarot Rider Waite como elemento fundamental, si os fijáis, este es un color que corresponde, en general, a los palos de oros y bastos.

Debido a que la uniformidad de color es algo que he ido detectando con el paso del tiempo, hoy os traigo una pequeña tabla donde podéis encontrar los colores más generales y sus interpretaciones, tanto positivas como negativas. Por supuesto, hay muchos más, así como diferentes tonalidades en cada gama, pero aquí me ciño al Rider Waite. No obstante, aunque se utilice otro tipo de mazo, en general está bastante extendida esta curiosa característica.

Os animo a que lo comprobéis por vosotros mismos, y descubráis esos coloridos mensajes encriptados que portan también los naipes del tarot.



 
COLOR
 
LECTURA
POSITIVA
LECTURA
NEGATIVA
 
VIOLETA
 
Lo impersonal. La sabiduría. El misticismo y lo oculto. Los influjos espirituales.
Sacrificio. Muerte. Entrega y renuncia. Abandono ante fuerzas más poderosas.
 
BLANCO
 
Pureza. Éxtasis. Inmortalidad. Inocencia. Luz.
Frío mortal. Egoísmo. Estrechez de miras.
 
AZUL
CLARO
Receptividad a las fuerzas celestes. Angelismo. Energías universales.
Apego al padre. Inmovilismo. Miedo a la creación. Incapacidad de decisión.
 
AZUL
OSCURO
Receptividad a las fuerzas terrestres. Relativo a lo material. Apertura de miras.
Despotismo. Tiranía. Severidad y rigidez.
 
AMARILLO CLARO
Clarividencia. Consciencia. El triunfo de la inteligencia activa.
Sequía. Crueldad. Espíritu seco y sin emoción.
 
AMARILLO OSCURO
Conciencia. Inteligencia receptiva. Fluidez de conocimientos.
Locura. Destrucción. Caos. Ruina y auto-sabotaje.
 
ROJO
 
Reino animal. Actividad. Laboriosidad. Entusiasmo y entrega.
Violencia. Ira. Agresividad. El resultado de los conflictos.
 
VERDE
 
Naturaleza. Reino vegetal. La Madre Tierra nos ayuda. Creatividad.
Apego a la madre. Envidia. Absorción. Tiranía y dominio negativo.
 
NEGRO
 
Trabajo de las profundidades. Austeridad.
Caos. Regresión. Pulsión de muerte. Soledad. Aislamiento.
 
 
 
 



jueves, 3 de agosto de 2017

A QUIÉN LEERLE EL TAROT





 Reconozco que el oráculo del Tarot engancha a muchas de las personas que se acercan a él. Resultan tan fascinantes sus misterios y aciertos, que casi todas sucumben ante su extraordinario poder. Sin embargo, es importante tener presente que en muchas ocasiones debemos saber poner límites a la hora de realizarle una lectura a alguien. Hay veces que la disposición de una persona que se nos presenta en la consulta no es la adecuada para escuchar lo que las cartas le quieren decir, y entonces es preciso reconducirla con psicología para que se vuelva más receptiva. En según qué momentos incluso esto no es posible, y debemos emplazarla para que vuelva otro día. Ante todo, lo que impera es que la persona se quede satisfecha – al fin y al cabo, ella es la que paga, y por tanto la que manda -, y que asuma las orientaciones que el tarot le da.


Personalmente rechazo realizar ninguna lectura a niños menores de doce años. Sé que hay tarotistas de renombre que lo hacen, y no seré yo quien ponga en tela de juicio su criterio ni sus intereses crematísticos. Hoy día la crisis económica está golpeando a casi todo el mundo, y el ser humano es débil (unos más que otros) y tiene sus necesidades. No obstante, considero que los niños menores de la edad que indico no están lo suficientemente maduros, ni disponen de raciocinio suficiente para asimilar lo que las palabras de un cartomante puedan decirle, a pesar de que lo haga con la mayor benignidad posible.


Por mi consulta han pasado personas muy jóvenes y otras que no lo eran tanto, y he tenido también a clientes con una edad bastante provecta, lo que me induce a pensar que, a pesar de las canas que peinemos, todo ser humano tiene sus dudas y sus necesidades de ser orientado y guiado. Tampoco he encontrado distinciones entre ambos sexos; mis agendas están repletas de consultas realizadas a hombres de todas las edades, a pesar de que la tendencia generalizada marque que el sexo femenino e el más inclinado a este tipo de mancias y oráculos.


En cuanto a lo que a mí respecta, no me gusta echarme a menudo las cartas. Hay tarotistas que nunca lo hacen, y otros que, por el contrario, suelen realizarse consultas ante cualquier circunstancia que les inquieta. A mí no me funciona. Siempre creo estar condicionándolas con mis propios pensamientos, por lo que entiendo que desvirtúo su mensaje y no soy objetiva. Está claro que es difícil serlo con uno mismo, porque a menudo tendemos a interpretar las cartas como a nosotros nos gustaría que fuese su consejo, en lugar de como es en realidad. Eso genera muchas confusiones y al final me nubla la intuición y la videncia. Por eso nunca suelo realizarlo.


Para concluir diré que el Tarot es útil para todo aquel que se acerque con humildad y con ganas de aprender, pero siempre hay unos límites que los tarotistas no deberíamos sobrepasar si queremos dotar a nuestra lectura de una coherencia y buen hacer en nuestra profesión.





domingo, 30 de julio de 2017

QUÉ ES EL TAROT


En numerosas páginas como ésta se pueden encontrar mil y una referencias, la mayoría de ellas de gran calidad, en las cuales se habla de los orígenes remotos de las cartas del tarot, su evolución a través de los siglos, y de los estudiosos y expertos que lo dieron a conocer. Por ello, no voy a hacer aquí un estudio exhaustivo al respecto, dado que otros ya lo hicieron con anterioridad y yo no aportaría nada nuevo. Lo que sí deseo exponer es una de las citas que encuentro más acertada, la que nos legó Arthur Edward Waite, creador de la bajara Rider Waite, la más seguida en el mundo anglosajón y una de las que contiene las imágenes alegóricas más claras.


"El Tarot es una representación simbólica de las ideas universales en las que están basados la mente y el comportamiento humano, y en este sentido contiene una doctrina secreta a la cual es posible acceder, pues de hecho está ya en la conciencia de todos nosotros, aunque el hombre ordinario pase por la vida sin reconocerla. Esta doctrina ha existido siempre, es decir, siempre ha habido una minoría capaz de acceder a ella". A.E.Waite 


Sus palabras resumen, en pocas líneas, la utilidad de este profundo libro de sabiduría, tal como era concebido en la Edad Media. Fiel al concepto con que fue creado, y sin alterarse su formato inicial de 78 arcanos (cartas), ha llegado hasta nuestros días repleto de simbología y saber trascendental.



Las 78 cartas se dividen en dos grupos, conformados por 22 arcanos mayores, que nos hablan de las lecciones de vida que debemos entender para evolucionar, y 56 arcanos menores, orientados éstos hacia nuestros aconteceres diarios, y por eso mucho más aprensibles en su comprensión. La combinación de ambos actúa cual faro en la noche, y refleja las circunstancias de nuestra vida, ya sea respecto al pasado, el presente actual, o las tendencias que se preven en un futuro próximo si continuamos con los mismos hábitos, actitudes y pensamientos.


Un profundo conocimiento de las leyes herméticas que encierran estas cartas, así como una lectura acertada y en la que nuestra intuición actúe en consonancia, nos darán la clave que el universo nos envía a cada instante para lograr una evolución armónica. No olvidemos que, tanto si somos conscientes de esta realidad como si no lo somos, dicha información afectará indefectiblemente a nuestras vidas.




lunes, 10 de julio de 2017

SUEÑOS TELEPÁTICOS ¿PODEMOS MANIPULARLOS?


Uno de los mayores misterios que rodea en la actualidad al mundo de los sueños es la telepatía que se puede establecer entre varios individuos que estén durmiendo al mismo tiempo. Parto de la base de que los sueños no tienen en sí mismos ninguna capacidad. Quien la tiene realmente es el individuo, la persona que se sumerge en el estado de letargo que produce el sueño, y que debido a una serie de circunstancias, puede contactar con otra persona. Por eso, el sueño es el medio o soporte ideal para favorecer la comunicación telepática. Digamos que es como un portal, probablemente dimensional, el cual permite a nuestra mente desplazarse fuera de los límites del tiempo y el espacio.

 

Quizá el primero en interesarse seriamente por los Sueños Telepáticos fue Sigmund Freud, estimulado con toda probabilidad por las experiencias recopiladas por Nandor Fodor, un parapsicólogo con quien trabajaba a menudo y a quien consultaba muchos temas fuera del terreno exclusivamente psiquiátrico o psicológico.

 

En 1922, Freud escribió un ensayo acerca de este tema tan controvertido, titulado "Sueños y telepatía" (Traum und Telepathie), donde elaboraba un modelo muy estructural de cómo poderse comunicar telepáticamente con otra personas a través de los sueños. El informe fue ideado como una serie de lecturas, aunque después el propio Freud lo descartó al considerar el tema como algo imposible de probar siquiera de manera hipotética. Sin embargo, en cierta ocasión él mismo experimentó por sí mismo los efectos de un sueño telepático cuando predijo, de manera muy certera, la muerte de su nuera. Aunque tiempo después se desdijo aludiendo a que solo había tenido una mera anticipación subjetiva, no obstante continuó recopilando bastante información acerca de los pacientes que analizaba y su comunicación telepática a través de los sueños. Por desgracia, el estudio quedó estancado y no avanzó, por lo que hemos perdido una valiosa información que podría resultar muy esclarecedora para este fenómeno onírico.

 

Tener un sueño telepático no es nada extraño. Algunos científicos los encasillan en el terreno de los fenómenos paranormales debido a que no es necesario que una de las personas sea consciente de ello, y la misma ciencia los define como sucesos oníricos en los que el soñador es capaz de comunicarse mediante la telepatía con otra persona. Eso sí, esta segunda persona también debe estar dormida; de lo contrario, la conexión telepática no se produce. 

 

Pero ¿realmente es posible comunicarse a través de los sueños? La posibilidad existe, sin duda, y además es bastante alta, pero probarlo es algo más complicado. Carl G. Jung también aprobaba esta teoría. El famoso psiquiatra suizo estaba convencido de que el subconsciente de dos personas se puede comunicar perfectamente entre sí durante el sueño, sobre todo al alcanzar la fase más profunda. Tan seguro estaba de ello, que llamó al fenómeno transferencia onírica”.

 

Según la creencia de Jung, a pesar de que los sueños sean un acto inconsciente de nuestro cerebro, se pueden controlar, al menos de manera parcial, por dos personas que quieran establecer una conexión onírica más profunda. Y es que, cuando soñamos, lo que realmente nos resulta imposible controlar de manera voluntaria es nuestro cuerpo. En cambio, sí podemos hacerlo hasta cierto punto con nuestra mente, ya que determinados sueños pueden ser controlados por nosotros (sueños lúcidos, viajes astrales...)


Recientemente, Stanley Krippner, profesor de Psicología en la Universidad Saybrook en California, declaró que existe una gran cantidad de material clínico que apoya la posibilidad de efectos telepáticos ocurridos en sueños. No obstante, y según sus propias palabras, el enfoque experimental no ha sido posible hasta que la psicotecnología de laboratorio fisiológico no ha estado disponible. Es por eso que en estos momentos se está estudiando el fenómeno con gran interés. 

 

Cuando imaginamos la comunicación telepática onírica, lo más probable es ver a dos personas que tratan de comunicarse enviándose señales bidireccionales, pero ¿qué sucede si en realidad es una sola de ellas la que manda dichos mensajes, y entra “sin permiso" en el sueño de la otra?

Hoy se sabe que, cuando un intruso se nos cuela en uno de nuestros sueños, comenzamos a soñar de manera aleatoria y sin sentido alguno. Sólo nuestra mente es capaz de darse cuenta de lo que nos sucede, porque nuestra conciencia no lo distingue, escapando el sueño a nuestro control y tornándose bastante raro. Aparte, es fácil sentir que no somos nosotros quienes manejamos nada de lo que sucede en dicho sueño, y que además, hay “alguien” que parece controlarnos.

En esa situación – que por desgracia, sólo podemos comprobar una ver despiertos -, es cuando se confirma la intrusión. Lo más probable es que el sueño haya resultado extraño, y que hayamos sentido que algo no marchaba como debía. Además, al despertar se produce una manifiesta sensación de vulnerabilidad. Es como si nos estuviesen hackeando el sueño, porque dentro de él percibimos algo inexplicable e inquietante. Si aun estando dormidos sentimos algo que nos parece ilógico, es una clara señal de una presencia invasora, y por tanto, un elemento que demuestra que estamos sufriendo un sueño telepático manipulador.

Como imagino que más de uno deseará tener esta experiencia, dejo aquí unas pequeñas pautas para intentarlo. Algo fundamental es hacerse con papel y bolígrafo, y que la persona con la que deseamos contactar sea conocedora de que nos vamos a comunicar con ella en sueños (enfoco el tema desde un punto de vista voluntario, y no negativo ni manipulador).

 

Lo primero de todo es que escribamos, antes de acostarnos, el nombre de la persona con la que deseamos comunicarnos (hay que ponerse de acuerdo con dicha persona para que haga lo mismo y al mismo tiempo). Cuando ya estemos tumbados y relajados, trataremos de dormirnos pensando en ella. Al despertarnos, anotaremos en el papel todos los detalles del sueño: símbolos, personas, paisajes, objetos... Acto seguido, hablaremos con la otra persona para preguntarle qué soñó, qué símbolos vio o qué recuerda, y así poder comprobar si existe alguna conexión.

 

Parece fácil pero no lo es, por lo que hay que ser constante e intentarlo unas cuantas noches seguidas. No obstante, la magia llega a producirse. Transcurrido un tiempo, podremos comprobar que hemos llegado a soñar lo mismo que otra persona que se encontraba a una distancia considerable de nosotros. Fantástico ¿no?

  
 
 

jueves, 8 de junio de 2017

ENTES ¿COMPAÑEROS DE VIAJES ASTRALES?


Hace ya un tiempo hablé en uno de mis artículos del Bajo Astral y sus habitantes (os dejo el link por si le queréis echar un vistazo).

En él explicaba lo que ese 7º subplano del Astral encierra, y qué tipo de seres son los que lo pueblan, entre otros las Sombras, Cascarones o Gusanos y Larvas astrales, que forman parte de los Entes. Existen algunas diferencias entre estos y las Entidades propiamente dichas, por lo que hoy he querido escribir al respecto para aclarar las preguntas que algunas personas me han realizado.

Con la palabra ENTE se designa a seres no físicos o presencias que se adhieren a los humanos actuando como parásitos. Se conforman de negatividad, hábitos y pensamientos dañinos, así como malas acciones que los difuntos arrastraron al Más Allá. Todo esto queda suspendido en el éter, rodeándonos a la espera de parasitar si encuentra el campo abonado para ello

Este espinoso asunto muy rara vez se ha abordado en Occidente. La mayoría de personas tienen en su mente la imagen de películas de ciencia ficción o terror, desechando la posibilidad de su existencia real, e incluso tachando de perturbados a los que osan hablar de este fenómeno. Por dicho motivo, este tema no se ha tratado con seriedad en los países occidentales, lo que ha provocado que apenas existan terapeutas capaces de tratar profesionalmente con las mencionadas entidades. Sin embargo, en otras tradiciones y culturas esta cuestión no es nueva. El Ayurveda dedica una de sus ocho secciones al estudio de los bhütas o entes, así como a la influencia que ejercen en la salud física y mental del individuo. Asimismo, el famoso tratado hindú también toca la forma de librarse de ellos. Incluso en la práctica de la acupuntura, diecisiete puntos del conjunto de todos los que recorren los catorce meridianos principales del cuerpo humano, hablan del Kuei o espíritu desencarnado.

 Como norma general, un ente es un bulto de energía y conciencia con patrones de comportamiento simples y predecibles. Pueden ubicarse en cualquier parte del cuerpo, aunque donde más suelen hacerlo es en el torso y en la cabeza. Se ha podido detectar que los entes no suelen moverse mucho dentro del cuerpo del individuo. Prefieren aparecer como algo fijo y obstinado que no tiene intención de dejar ese lugar ni de responder a ningún intento de desalojo. La única voluntad de estos parásitos es, con frecuencia, disfrutar de emociones intensas dentro del individuo. Aunque resulte algo increíble, se sabe que la mayoría de ellos se enfocan en una demanda concreta, obsesionados por satisfacerla incansablemente. Pueden desear emociones específicas, como dolor, melancolía, sufrimiento, culpabilidad, castigo o violencia. No obstante, también puede darse el caso de que deseen la protección de alguien, o únicamente que los dejen solos mientras reposan en un ambiente cómodo.

Su tamaño suele variar, pasando del medio centímetro a los dos metros, aunque en la mayoría de los casos es menor a cincuenta centímetros. Sé que muchos se preguntarán cómo es posible saber sus dimensiones y la forma en que se mueve. El francés Samuel Sagan tiene la respuesta a esa pregunta, pues ha realizado miles de estudios con personas que se sentían poseídas. Sus experiencias le han conferido tal maestría, que ha llegado a dominar la técnica para detectar y despejar la presencia de entes adheridos.  

Según sus propias palabras, los entes suelen crear habitualmente una confusión interna en el individuo, gracias a la cual obtienen bastante rédito. Les gusta torpedear la claridad mental, incitando el deseo de comer desaforadamente, alimentarse sólo de comida basura, abusar del alcohol, o cualquier otro tipo de adicción. Además, suelen camuflarse con tanta habilidad que llegan a convencer a su víctima de que es ella quien tiene esas necesidades. ¿Cómo vamos a pensar que esas ganas imperiosas de beber cerveza que sentimos en los últimos tiempos responden a la acción de un ente que parasita nuestro cuerpo? Lógicamente, la verdadera magnitud del asunto no se advierte hasta que el ente es descubierto y la persona conoce la manipulación que ha sufrido. Mientras esto no suceda, la toma de decisiones del parasitado seguirá condicionada, pues la víctima se verá desbordada por sentimientos de enojo y consternación que la incapacitarán para llevar una vida normal.

No hay que confundir a los entes con problemas psicológicos o psiquiátricos. Muchos pensarán que este tipo de problemas puede ser achacado a un ente que diga llevar adherido el paciente, pero la diferencia entre la personalidad de un enfermo mental y la acción de un ente adherido es grande. Lo que sí resulta obvio es que la presencia de una entidad astral es algo que surge repentinamente. El individuo, de la noche a la mañana, deja de comportarse con normalidad. A menudo, las personas con un parásito de este tipo en su cuerpo son capaces de reconocer el momento en el que fueron invadidas, así como cuándo pudo ser expulsado el ente, instante a partir del cual dejaron de sufrir. Además de los afectados, también son capaces de distinguirlos las personas clarividentes.

Por eso, en sueños lúcidos que podamos inducirnos, o en posibles viajes astrales que realicemos, debemos ser muy cautos. En ese viaje podemos encontrarnos con unos compañeros indeseables de viaje que, sin que seamos conscientes de ello, se adhieran a nosotros y nos parasiten. Después es bastante difícil desprenderse de ellos.

Pero, ¿de dónde provienen estas entidades? Las evidencias demuestran que son fragmentos de astral que se separan del cuerpo energético cuando morimos. Pueden generarse a partir de un aborto, ya sea natural o inducido, en un embarazo, o incluso tras la muerte natural de un gemelo en la matriz de una mujer gestante. Dichos fragmentos no son los únicos tipos de entes que existen, pero sí los más comunes

Hay otros, como aquéllos que provienen de seres fallecidos, y de los que ya hablé en el artículo antes citado, que se manifiestan en la mayoría de los casos como fenómenos anormales de comportamiento, con una intensidad mayor que la que mostraban las personas en las que residían originariamente.
Imaginemos que, en vida, una persona sentía deseos de galopar a caballo, y que al morir, el fragmento correspondiente a dicha actividad se desprendió y parasitó en otra persona viva. Lo que ocurrirá será que, a partir de ese momento, ésta última sentirá unos impulsos irrefrenables por montar a caballo, de una manera más intensa todavía que la que experimentaba la persona fallecida.

Y claro, con esto surge una nueva pregunta: ¿por qué se manifiestan los entes de forma más acusada que cuando ocupaban el cuerpo original? La explicación es sencilla: son restos o pedazos que se desprendieron del cuerpo astral de un humano, y que, cuando estaban unidos a su cuerpo sutil y bajo la influencia de su personalidad, permanecían reprimidos por diversos factores. Una vez libres tras la fragmentación del cuerpo astral, dejaron de tener represiones y ahora se muestran tal como son.  

Como siempre digo, hay que prestar mucha atención a las energías que nos envuelven en todo momento. La protección resulta vital en cualquier momento de nuestra vida, pero en este más que en otros.

Reflexiones obtenidas del libro Entities, Parasites of the Body of Energy (Entidades, parásitos del cuerpo energético) - Samuel Sagan, 2003-2004

   

 

domingo, 4 de junio de 2017

Sueños con difuntos - LOS MISTERIOS DE ANAIS



El pasado 20 de Enero estuve de nuevo en el programa LOS MISTERIOS DE ANAIS, de Anabel Reyes, para hablar en esta ocasión de esos sueños que muchos hemos tenido, y en los que llegamos a ver o a contactar con difuntos.

Los sueños con difuntos son experiencias oníricas muy especiales, y a veces van más allá de un simple mensaje con estos, pudiendo llegar a producirse el auténtico contacto o comunicación. Ese tipo de fenómeno se produce en determinados momentos concretos de la noche, y de ello así como de toda la casuística que puede darse en dichos encuentros oníricos (en ocasiones son algo más), hablo en dicho programa.

Si os interesa el tema o deseáis conocer algo de él, no dejéis de escuchar el podcast del programa. Seguro que descubrís que vosotros también habéis sido, en más de una ocasión, testigos de excepción de fenómenos como éste.

Mi intervención es a partir del minuto 5. Espero que os aclare algunas dudas al respecto.


 

domingo, 30 de abril de 2017

ACERCA DE LOS SUEÑOS LÚCIDOS (II)

 

A principios del mes pasado os hablaba de los sueños lúcidos y de algo de la teoría que ronda en torno a ellos. Estudios, experimentos en hospitales y análisis por parte de los científicos nos han permitido descubrir un rinconcito de ese mundo especialmente maravilloso que rodea a estas experiencias oníricas. Algo de eso os conté ya,

http://maytedelsols.blogspot.com.es/2017/03/acerca-de-los-suenos-lucidos-i.html

pero en esta ocasión quiero decantarme por aspectos más cercanos, así como consejos para todo aquel que quiera aventurarse en este territorio tan poco explorado.


En la actualidad sabemos que los sueños son manifestaciones visuales inconscientes que nuestro propio cerebro genera por diferentes motivos o estímulos, y que están conformados por información y recuerdos que almacenamos en él a lo largo de nuestra vida. De ahí que todas las imágenes de nuestros sueños nos resulten familiares. Por supuesto, pueden aparecer nuevos personajes o lugares en un sueño, aunque según el psicólogo Michael Breus, son en realidad una combinación de imágenes o secuencias que hemos visto con anterioridad. Bajo mi punto de vista, y aunque suene excesivamente arrogante, no coincido del todo con su afirmación pues también pueden tenerse sueños lúcidos en los que viajemos a lugares en los que nunca hemos estado ni conocemos, o vemos escenas que jamás habíamos vivido. Obviamente, esta afirmación personal resulta bastante arriesgada, pero experiencias vividas por mí así me lo hacen creer.

 

No hace mucho tiempo falleció una hermana de mi padre a la que estaba yo muy unida. La mujer era muy anciana, y con noventa y cinco años y todo hecho en esta vida, creemos que decidió poner punto final a su vida para extinguirse, en poco tiempo, como un pajarito. Yo tenía un vínculo muy estrecho con ella por circunstancias de la vida, y recuerdo que fui la que se personó en la residencia de ancianos donde mi tía había pasado los últimos años de su vida, para organizar todos los trámites del entierro.

Tres noches después de haberla enterrado, estaba yo durmiendo cuando noté algo extraño que tiraba de mi brazo derecho. Recuerdo que me encontraba inmersa en un sueño, y que además éste era muy agradable. Un grupo de buenos amigos nos encontrábamos reunidos y bromeábamos alegremente, pero ese “algo” tiraba de mi brazo y me molestaba. Me desperté ligeramente y comprendí que estaba en mi dormitorio, pero esa molestia, ese “algo” que tiraba de mí seguía allí. Hice un gesto para desasirme de lo que fuese que me estaba tocando, y me volví a sumergir en el sueño de manera voluntaria. Curiosamente, regresé al sueño que tenía instantes antes y comprendí que estaba experimentando un sueño lúcido, porque proseguí en la misma escena que había dejado. En ella yo les incitaba a mis amigos a salir de aquel local y pasear por la calle. Era como si mi subconsciente no quisiese atender a esa “molestia” que tenía fuera del sueño. Una vez en la calle, yo los llevaba voluntariamente a un local de copas (que jamás había visto en estado de vigilia), y los invitaba a tomar unas bebidas concretas. Recuerdo que me miré las manos en ese instante, y comprendí que aquello lo estaba manipulando yo y que no era real.

 

Aunque me sentía cómoda en esa fantasía onírica, de repente sentí la acuciante necesidad de saber qué estaba ocurriendo “fuera de él” y decidí finalizar el sueño. Como si fuese a la velocidad de la luz, retorné a un duerme-vela que me hizo ser consciente de que aquella molestia continuaba. Abrí los ojos definitivamente y no olvidaré nunca que al girar mi cabeza hacia la derecha de la cama, que era el lugar de donde provenía, me encontré con el rostro de mi tía recién fallecida.

 

Sólo mostraba la cara, el cuello y parte de los hombros, y su aspecto no era en absoluto decrépito ni arrugado como en el momento de su muerte, sino de una lozanía típica de sus mejores años de vida. La miré asombrada y ella me sonrió de forma benévola y amable, como haciendo ademán de despedirse. Extrañamente, me sentí invadida por una fuerte energía que no sabía de dónde provenía. En cuestión de segundos, mi tía desapareció y me volví a recostar pensativa sobre la almohada. Antes de volver a dormirme tuve el total convencimiento de que ella había venido a despedirse, pero yo había provocado involuntariamente un sueño lúcido para evitar aquel suceso.

 

Está claro que los sueños lúcidos comienzan como cualquier sueño normal, pero cuando comienzas a soñar de manera lúcida, es cuando eres realmente consciente, de una manera abrumadora, del hecho de que tu mundo onírico no es real. Y cuando te das cuenta de ello, puedes controlar y manipular ciertos aspectos de la realidad del sueño. Eso es lo que diferencia el sueño lúcido de una alucinación, porque tu cuerpo físico está profundamente dormido y, en realidad, no siente nada de lo que haces aunque estés consciente y tengas el control.

 

Después de lo contado anteriormente, es muy probable que haya personas que deseen tener un sueño de este tipo. Reconozco que no es algo fácil de conseguir pues hace falta constancia y paciencia, y además, todos los métodos y técnicas tienen ventajas e inconvenientes dependiendo de la persona en sí. Por eso, solamente se pueden dar indicaciones generales a partir de las cuales cada uno construya su método personal. Stephen Laberge clasifica los sueños lúcidos en dos tipos, en base a la forma en que la lucidez aparece: durante el sueño (DILD) o al quedarse dormido (WILD).

 

Personalmente, opino que la manera más fácil de conseguirlo es utilizando el método DILD (Dream Induced Lucid Dreams), que se llama precisamente así porque comienza en un sueño. Esta es la manera de que la mayoría de la gente, aunque no tenga entrenamiento alguno, pueda experimentar al menos una vez en la vida un sueño lúcido de manera espontánea. En este caso, todo comienza con un sueño común, y consiste en darse cuenta o ser consciente, de alguna forma, de que estamos soñando. Es justo ahí cuando se entra en estado de lucidez, que es precisamente el que yo experimenté en el caso personal que he narrado antes

 

Para lograrlo, el primer paso es practicar el ejercicio de recordar los sueños al despertar. Si nos levantamos con prisa por acudir a nuestras obligaciones diarias o por el soniquete del despertador, no obtendremos éxito. Por eso conviene despertarse poco a poco, tratar de no abrir los ojos en seguida y recordar los sueños lo mejor que se pueda, con todos los detalles posibles. Por la noche, antes de dormir, conviene decirse a uno mismo – e incluso anotar – qué es lo que deseamos hacer cuando adquiramos lucidez, y después irnos a dormir con la intención de lograrlo. El siguiente paso es estar siempre atentos a las señales de los sueños, que habitúan a ser situaciones completamente inverosímiles estando en vigilia.

 

El otro tipo de método al que alude LaBerge es llamado WILD (Wake Induced Lucid Dreams), y puede llevar a tener experiencias fuertes y nítidas de los sueños lúcidos. Es más difícil de lograr porque se necesita un estado de tranquilidad y relajación difíciles de conseguir. Consiste en entrar directamente en estado REM (o sueño paradójico) desde la vigilia, manteniendo la consciencia en todo momento y sin tener ninguna ruptura. De ahí que en este método sea tan importante la relajación y la atención. Esta última resulta de vital importancia, porque es la que nos mantiene conscientes, la que nos da la continuidad mental para poder entrar de manera lúcida en nuestros sueños.


 Si después de relajarnos comenzamos a ver puntos de colores, rayas, o imágenes que pasan por nuestro campo visual, se pueden aprovechar dichas imágenes del estado hipnagógico (entre la vigilia y el sueño), para enfocar ligeramente nuestra atención en las imágenes que se nos presentan. Como en todas las técnicas en las que el factor fundamental es la atención, en este caso debemos adoptar el papel de “testigos”, observando en silencio pero sin involucrarnos. Conforme pasen los minutos, dichas imágenes o puntos irán desarrollándose hasta formar escenas completas, y cuando se vuelvan extremadamente sólidas o reales es el momento de “entrar”, de una manera sencilla y natural, en el sueño y vernos participando en el mundo onírico.


Si lo anterior no funciona (hay muchas personas que no ven ni imágenes ni puntos), se puede contar mentalmente mientras nos quedamos dormidos, por ejemplo hasta el nº 100, y cuando lleguemos a ese número, decimos en voz alta: “estoy soñando”, y a continuación miramos a nuestro alrededor para comprobar que efectivamente lo estamos haciendo. Si no estuviésemos soñando, repetimos los mismos pasos y volvemos a verificar nuestro estado nuevamente.

 

Otra buena opción para mantener la atención es fijar la atención en las sensaciones del cuerpo. Con paciencia, y transcurrido un buen rato, comenzaremos a tener la sensación de estar “flotando”, pudiendo experimentar, con toda probabilidad, extrañas vibraciones por todo nuestro cuerpo. No hay que asustarse porque esta es la señal de que estamos cerca. En ese justo momento, hay que relajarse y entregarse a esas vibraciones, y cuando todo comience a cobrar una gran intensidad, es cuando podemos vernos inmersos en una escena dentro de un sueño, o bien tener una experiencia de salida del cuerpo.

 

Como veis, el asunto tiene su puntillo ciertamente laborioso, pero con paciencia y tranquilidad todos podemos tener sueños lúcidos, ya sea utilizando un método u otro. Os aconsejo que lo probéis aunque, eso sí, en días en los que no debáis madrugar. Como todo lo relacionado con el mundo onírico, ni las prisas ni el despertador son buenos compañeros.


¡Felices sueños!