Cuando hablo con la gente respecto al
tema de los sueños, me resulta curioso detectar cómo la mayoría
de las personas dicen no recordar nunca los sueños, pero si cabe,
todavía me sorprende más escuchar la afirmación de que algunas de
ellas no sueñan nunca. ¿Como es posible continuar con esa creencia?
Hoy día se ha demostrado mediante numeroso estudios que todos los
seres humanos soñamos, cada noche, entre cuatro y seis veces. Es
algo absolutamente comprobado por la ciencia, aunque por supuesto,
siempre dependa de cada individuo la capacidad personal para
recordarlos o no.
En base a la
eficacia para poder revivir lo soñado en la noche, hay que tener en
cuenta algo importante, y es que el sueño sigue unas pauta cíclicas
de comportamiento, en las cuales se alternan periodos de descanso
reparador durante los que no se sueña, con fases REM, momentos en
los que propiamente soñamos. Estos ciclos vienen a durar en torno a
una hora, y en cada uno de ellos, la proporción de la fase REM va a
aumentando de manera progresiva conforme avanza la noche.
Tras
numerosos estudios realizados por diferentes especialistas, se ha
podido demostrar que sólo es posible recordar los sueños si nos
despertamos en medio de una fase REM, o nada más haber terminado
ésta. Por poner un ejemplo, una persona que duerma ocho horas
exactas y que haya caído en un sueño profundo nada más acostarse,
cumplirá unas cinco fases REM, pero si se ciñe a ese horario,
despertará antes de que comience la sexta (que ocupa los veinte
últimos minutos del ciclo), y entonces le resultará prácticamente
imposible acordarse de nada. Como es lógico, cada persona tiene su
propia ciclo onírico, por lo que las fases REM y los periodos de
reposo pueden variar entre una hora y media y dos horas.
No obstante,
esto no tiene que suponer impedimento para que, si así lo deseamos,
recordemos lo que hemos soñado una noche concreta, o todas y cada
una de ellas. Según lo que he comentado antes, lo primero a tener en
cuenta son nuestros horarios de descanso, pues despertarnos en un
momento u otro puede impedirnos recordar lo soñado. Esto se puede
solucionar adelantando o retrasando el despertador entre un cuarto de
hora y media hora. De esa manera, el problema quedaría resuelto. Sin
embargo, si nuestras exigencias cotidianas nos impiden realizar este
simple gesto con el reloj, podemos recurrir a un ejercicio mental tan
simple como concentrarnos al despertar, tratando de recordar lo que
hemos soñado antes de que en nuestra cabeza se introduzca ningún
otro pensamiento. Hay que estar atentos, porque como alguna
preocupación o asunto diferente se nos cuele en la mente, perderemos
el recuerdo de lo soñado.
Un consejo
importante es que, al acostarnos, nos mentalicemos bien de que nada
más despertarnos, lo primero que debemos hacer es recordar nuestros
sueños. Hay que realizar el ejercicio mental de repetirnos este
propósito bastantes veces antes de caer dormidos. Si lo hacemos,
comprobaremos que nos sucede algo que nos ayuda tremendamente en
nuestro objetivo: cada vez que finalicemos un periodo REM, nos
despertaremos de forma natural, haciéndolo en torno a cuatro o cinco
veces cada noche, pues son estas el número de fases REM que venimos
a tener como promedio. Esto que aquí digo no es nada anómalo, pues
le ocurre a todo el mundo, aunque por desconocimiento, no habituemos
a percatarnos de ello. Si logramos ser conscientes de esos
despertares nocturnos, es muy conveniente detenerse a recordar lo que
se acaba de soñar, y anotarlo en un cuaderno o libreta que tengamos
a mano.
Aparte de
estos consejos, os dejo otras técnicas interesantes que podéis
seguir antes y después de dormir, para incitar a vuestra memoria a
que recuerde las vivencias oníricas.
ANTES
DE DORMIR
- Técnica del Tercer Ojo: se coloca una taza o un cuenco con agua en la mesita de noche o junto a la cama. Justo antes de dormirnos, sumergimos los dedos en el agua y rozamos suavemente nuestro cuello. Luego tenemos que tocarnos la frente con los dedos, en la zona del Tercer Ojo. Mientras la rozamos, pensaremos con firmeza y seguridad que vamos a recordar nuestros sueños. A la mañana siguiente, tocaremos de nuevo estas dos zonas con el agua.
- Meditación tibetana: cuando nos acostemos, debemos concentrarnos en el deseo de recordar los sueños. Después, enfocaremos esa intención como si estuviera situada detrás de nuestra garganta. Podemos imaginar una esfera azul resplandeciente en la zona del cuello, y además, vernos colocando en el interior de esa órbita azul dicho deseo de recordar nuestros experiencias oníricas. Es muy conveniente visualizar durante un rato esta imagen, casi hasta que nos durmamos.
- Visualización creativa: en el momento en que notemos que comenzamos a dormirnos, visualizaremos que nos despertamos, miramos el reloj, anotamos la hora y escribimos minuciosamente nuestros recuerdos sobre el sueño en nuestro cuaderno de sueños.
- Técnica del agua: antes de acostarnos, llenaremos un vaso con agua y beberemos justo la mitad, mientras nos concentramos y pensamos: “Esta noche recordaré mis sueños”. Al levantarnos a la mañana siguiente, y si no recordamos ninguna imagen, beberemos la otra mitad del agua y pensaremos: "Recuerdo mis sueños, ahora y a lo largo del día.
NADA MÁS DESPERTARNOS
- Escribir: escribir los sueños es una costumbre ancestral que ya utilizaban nuestros antepasados, y que da unos resultados fabulosos. No obstante, para ello hay que tener constancia y memoria. Si no los recordamos, una buena táctica es escribir en el diario o cuaderno la frase: “No me acuerdo de mi sueño”. Como por arte de encanto, a partir de ese punto nuestro cerebro pasa a estimular sus recuerdos.
- Garabatos: Si no te acuerdas de tu sueño, dibuja garabatos aunque no tengan ningún sentido ni conformen una figura o imagen concreta. Ésta es una técnica que acostumbra a incitar asociaciones y que despierta tu memoria.
- Darse la vuelta o moverse en la cama: existen diversas teorías que aseguran que las personas nos movemos en la cama cambiando de postura, o dándonos la vuelta nada más terminar un sueño. Los científicos aseguran que este gesto ayuda al cerebro a desplazarse a un tipo distinto de onda cerebral, lo que nos puede permitir acceder a las imágenes vistas en los diversos sueños que hemos ido teniendo durante el transcurso de la noche. Personalmente, es una de las técnicas que más utilizo y que mejor me funciona.
- Técnica del color: procura acordarte de qué color sentiste tu sueño (ya sabes que tan sólo en torno a un 25% de nuestros sueños son en blanco y negro), y comienza a imaginarte ese color para incitar el recuerdo.
- Conversación: nada más despertarte, procura contarle a alguien lo que recuerdes del sueño que hayas tenido. Conforme vas hablando te irán viniendo los recuerdos de más detalles, pues estarás permitiendo que estos afloren a tu conciencia.
- Estado de ánimo: esta es una técnica que suele facilitarnos la clave mental para el acto de recordar. Consiste en permanecer con los ojos cerrados, fijándonos en nuestro estado de ánimo. Debemos ser conscientes de ese estado, y recrearnos en él, sumergiéndonos e incrementado las emociones que nos produzca.
Cualquiera de las técnicas que aquí
indico puede ayudarnos a recordar las imágenes y mensajes que el
mundo de los sueños nos trae cada noche. A partir de ahí, un mundo
maravilloso se abre ante nosotros. ¡Aprovechémoslo!