sábado, 3 de diciembre de 2016

POR QUÉ TENEMOS PESADILLAS NOCTURNAS




Me adentro hoy en un tema que todos hemos experimentado alguna vez, y que no por ello deja de ser inquietante. Sus abundantes y variadas manifestaciones originan en el soñador todo tipo de preguntas al respecto, siendo frecuente que nos pasemos unas cuantas horas, si no varios días, dándole vueltas al asunto para tratar de extraer una explicación adecuada a semejante experiencia. En ocasiones resultan tan vívidas e impactantes, que causan una profunda convulsión en nuestro interior.

En general, las pesadillas son sueños que generan sensaciones de miedo intenso y que nos despiertan cuando nos encontramos en una fase REM, es decir, en ese momento en el que generamos unos movimientos oculares rápidos. Dicha fase del sueño se repite cada 90 ó 115 minutos, por lo que pueden darse varias pesadillas en una misma noche, aunque según indican los psicólogos, éstas sean más frecuentes al amanecer. Cuando los sueños de estas características se repiten con cierta frecuencia y de manera intensa, comienzan a ser un problema, pudiendo originar como consecuencia trastornos adicionales que rompen nuestro patrón normal de sueño.

Todos sabemos que las pesadillas son muy comunes durante la infancia, e incluso se considera normal que haya niños que las padezcan de manera repetida. En el fondo se especula con la posibilidad de su intensa capacidad receptiva, debido a la cual son más vulnerables a los cambios y situaciones traumáticas. De ahí la "normalidad" de que lo revivan de manera magnificada durante el sueño. De todas formas, hay casos de niños que necesitan un tratamiento psicológico, porque estas manifestaciones oníricas pueden llegar a alterarles la vida normal. En ocasiones, también sucede con los adultos, ya que hay personas a las que las pesadillas no les dejan dormir las horas necesarias, o les afectan en lo que denominamos "vida real".

En los más pequeños suelen producirse pesadillas al inicio del sueño, en las dos o tres primeras horas después de haberse ido a dormir. Es lo que se conoce como TERRORES NOCTURNOS, y están ligados a la o las experiencias que ha vivenciado el niño mientras permanecía despierto o en estado de vigilia. Sin embargo, y tal como he indicado antes, las pesadillas más profundas, esas de las que hablo en este artículo, se producen generalmente cuando el sueño está ya bastante avanzado.

Pero ¿por qué se producen las pesadillas en los adultos? Sin duda, esta es una pregunta que nos hacemos todos los interesados en el mundo onírico, dado que son experiencias realmente angustiosas en las que el soñador cree vivenciar y experimentar de verdad todo lo que está visionando en su sueño. A este respecto, y en cuanto al origen de las pesadillas en los adultos, únicamente se sabe lo que los psiqiatras, psicólogos y especialidas han podido determinar. Mediante diferentes estudios se ha podido establecer que el estrés psicosocial, así como la ansiedad, tienen mucho que ver en su aparición, ya que muchos problemas o situaciones que nos impactan a lo largo del día se procesan en forma de pesadillas y sueños molestos durante la noche.

Las valoraciones terapéuticas de los afectados casi siempre dejan al descubierto algunos factores emocionales asociados a las pesadillas. También es posible que estén relacionados con el síndrome de estrés postraumático, que se da en personas que han vivido acontencimientos traumáticos de gran calado, como puede ser un atentado, una violación o una agresión.

Para los psicólogos, este tipo de sueños no tienen por qué ser estrictamente negativos, ya que pueden servirnos para entender mejor qué pasa por nuestra cabeza, así como ayudarnos a encajar determinados cambios que se han producido en nuestra vida y que nos han dejado descolocados. Es lo que los profesionales llaman función de adaptación del sueño, y que nos sirven para completar o finalizar un proceso que durante la vigilia no hemos comprendido del todo o no hemos terminado de asimilar. No obstante, para llegar a ese punto hace falta que dediquemos algo de nuestro tiempo personal oara analizar lo soñado, y así poder incorporarlo a nuestra vida "digiriéndolo" de manera correcta.

Aparte del aspecto psicológico, también hay una serie de factores físicos que nos pueden generar pesadillas. Con frecuencia, éstas se caracterizan por ser sueños angustiosos y pesados durante los que practicamos una respiración entrecortada y con opresión en el pecho. De ahí que los problemas digestivos estén muy relacionados con este desagradable fenómeno nocturno. Una mala digestión o una cena demasiado copiosa pueden ser la causa de que nuestra cabeza genere una pesadilla en la noche.

La fiebre elevada o alguna enfermedad dolorosa también pueden provocar la pesadilla; por eso, las causas físicas deben ser las primeras a descartar en el momento de tratar de interpretar nuestros sueños. Sin duda, nuestro cuerpo nos habla, y durante el periodo del sueño, cuando más relajados y desconectados del mundo estamos, él no deja de contarnos todo aquello que le angustia y molesta. De ahí que debamos aprender a separar el trigo de la paja, o lo que es lo mismo, los fenómenos físicos de lo que realmente es una pesadilla originada por nuestro subconsciente.

Algunos factores externos a nosotros también pueden ser motivo de pesadilla. Que estemos durmiendo no quiere decir que nuestro cuerpo deje de realizar sus funciones, ya que nuestros sentidos continúan alertas aun en estado durmiente. Por eso, los ruidos, los olores o los movimientos a los que podemos vernos sometidos mientras dormimos pueden ser también la causa de un mal sueño.

Lo más importante de una pesadilla es el mensaje que se puede extraer de ella. Al estar relacionada, bien con el cuerpo o bien con la mente, nos va a proporcionar información sobre nosotros que probablemente desconozcamos. Por eso, es interesante que recordemos el mayor número de datos y los tengamos presentes a la hora de buscar su interpretación. Posiblemente estemos olvidando una información muy valiosa que nos dan los sueños sobre nosotros mismos.

Espero que con todo lo aquí expuesto, los terrores que podamos experimentar al vivenciar una pesadilla nocturna dejen de asustarnos. Extraerles bien su explicación, y así darle un sentido racional y coherente a ese miedo que nos ha asustado durante la noche, será ya pan comido.

¡Felices sueños, amigos!


lunes, 24 de octubre de 2016

SUEÑOS RECURRENTES

Todos hemos tenido alguna vez sueños recurrentes, esos que se repiten con una cierta frecuencia sin que sepamos cuál es el motivo de dicha repetición. Incluso aquellas personas que dicen no recordar jamás sus sueños también los han tenido, aunque en este caso, sí recuerdan con claridad esas visiones que, de manera repetida, se han producido en diferentes ocasiones mientras dormían.

Los sueños recurrentes son aquellos que se repiten con poca variación en la historia o tema que tratan. Aunque puedan ser positivos, la mayoría de ellos se convierten con bastante frecuencia en pesadillas (a este tema dedicaré otro artículo próximamente). Según la ciencia médica ortodoxa, dicha repetición de sueños puede darse porque el conflicto plasmado en el sueño permanece sin resolver o ignorado por el individuo, asegurando tanto psicólogos como psiquiatras que una vez encontrada la solución al problema, los sueños que se repetían tienden a desaparecer.

Siguiendo con las pautas dadas por la ciencia, en este tipo de sueños, el mensaje puede ser de un calado tan importante que nuestro subconsciente no permita que lo ignoremos. Por eso, lo trae una vez tras otra a nuestra mente, haciendo aflorar una información importante para que actuemos en consecuencia. De ahí que la repetición frecuente de tales sueños nos fuerce a prestarles atención y enfrentarlos.

Cuando el subconsciente trata desesperadamente de contarnos algo en estado de vigilia y no lo consigue, utiliza la vía de los sueños para expresarse, en ocasiones con imágenes o situaciones aterradoras que nos impacten profundamente. De esa manera, se asegura de que no olvidemos su mensaje y tomemos cartas en el asunto si queremos que desaparezcan.

Los sueños recurrentes son bastante comunes y suelen producirse en épocas de gran estrés. Estos sueños pueden repetirse a diario, una vez a la semana o una vez por mes, pero cualquiera que sea la frecuencia, hay poca variación en el contenido del sueño en sí mismo. Lo que sí hay que tener presente es que, en el 90% de los casos están relacionados con hechos importantes de nuestra vida, en ocasiones con situaciones traumáticas a las que no hemos dado una salida o no hemos asimilado.

No es extraño que este tipo de sueños se produzcan con bastante frecuencia entre los niños, ya que en ellos son más los hechos que pueden incidir a la hora de dejarles una huella importante, pues no tienen todavía herramientas para entender y asimilar el mundo que se les descubre de golpe.
De todas formas, no hay que perder de vista que los sueños repetitivos pueden responder al trabajo que el Inconsciente está haciendo para reparar heridas afectivas (lo cual implica una sabiduría intrínseca que todos tenemos, y que podemos aprender a aprovechar). Comprender el significado de nuestros sueños escuchando lo que el Inconsciente tiene que decirnos es una manera bien concreta de hacerlo, pero también hay otro tipo de experiencias que escapan a las tesis más ortodoxas, y que nos podrían hablar de viajes astrales espontáneos, con todo lo que ello conlleva de importante.

Carl Jung decía que cuando el individuo comprende lo que el Inconsciente le está diciendo a través de un sueño, tiene que tomar responsabilidad sobre ello y trabajar para que esa información se vuelva un factor que transforme su vida de vigilia, necesite el tiempo que necesite para dicho trabajo.

Intentaré aclarar un poco lo anterior explicando las diferencias entre el Subconsciente y el Inconsciente. El Subconsciente conoce las cosas que sabemos, pero que temporalmente hemos olvidado ya en nuestro Consciente. Es por eso que con un poco de esfuerzo, podemos volver a recordarlas y traerlas al campo de lo consciente.

Sin embargo, el Inconsciente, que es la parte más grande y oculta de nuestra mente (ocupa unas 6/7 partes del total) almacena innumerables experiencias que hemos vivido desde la niñez y que son imposibles de recordar (incluso me atrevería a afirmar que también de otras vidas, si nos ceñimos a los estudios realizado al respecto por el propio Carl Jung). Dichas experiencias están presentes en forma de impulsos, impresiones, pensamientos incontrolados y recuerdos reprimidos, activos e impulsivos.
En el mundo espiritual, es precisamente en el Inconsciente donde se cree que esta nuestro verdadero Yo, siendo el lugar donde reaccionamos. De ahí que cualquier cosa que permitamos que llegue a este lugar nos afectará durante toda la vida.

De todo lo anterior se deduce que los sueños tienen un importante papel adaptativo desde el punto de vista fisiológico, pero quedarse únicamente con esa explicación es desconocer la enorme riqueza del contenido inconsciente gracias a la cual podemos adaptarnos y desarrollarnos psicológicamente. La actividad onírica no sólo cumple una función orgánica sino también psicológica, y en muchas ocasiones espiritual y canalizadora con otras energías ajenas a nosotros mismos, y que también pueden ser recurrentes.

De ahí que para entender esto sea necesario tener en cuenta que el contenido de los sueños, a pesar de lo que muchos investigadores opinan, no tiene nada de “basura narrativa”, y que los sueños recurrentes deben ser estudiados y analizados con mucho más rigor y amplitud de miras de las que actualmente se les conceden.



miércoles, 24 de agosto de 2016

VIAJES ASTRALES, RUMBO A LO DESCONOCIDO


A menudo escuchamos la expresión Viaje Astral, y nuestra mente se llena de impactantes imágenes oníricas, con alegorías a extraños vuelos, lugares, criaturas desconocidas o experiencias extrañas. Es la magia de unas palabras que han quedado ancladas en nuestro subconsciente gracias a la divulgación del fenómeno por parte de ciertos investigadores, quienes por fortuna se han empeñado en hacernos saber que los seres humanos tenemos un potencial mayor del que creíamos.


Dichas experiencias oníricas – al menos yo las incluyo en ese grupo -, son llamadas también Proyecciones Astrales, y se producen cuando el cuerpo astral se separa del físico sin ser preciso que ni nuestro cuerpo emocional ni nuestro cuerpo mental intervengan. A veces sucede de una forma espontánea, es decir, a través de los sueños, y en otras ocasiones somos nosotros mismos quienes los originamos a voluntad, aunque todo sea dicho de paso, tras un largo y exhaustivo aprendizaje. Realizar viajes astrales a voluntad no es nada fácil, como más de un curioso habrá podido comprobar.

En base a estudios científicos se sabe que las experiencias extracorporales, aparte de ser inducidas deliberadamente y con una disciplina férrea por determinadas personas, pueden ser producidas por traumas cerebrales, por privación sensorial, experiencias cercanas a la muerte, drogas disociativas y psicodélicos, deshidratación, o por estimulación eléctrica del cerebro. Por supuesto, a todo lo anterior habría que añadirle el momento del sueño, en el que siempre se produce una experiencia de esta índole, aunque existan diferentes modalidades.

Los Viajes o Proyecciones Astrales son tremendamente importantes a pesar de que no se les conceda excesiva importancia en nuestro día a día. La mayoría de las veces se producen cuando dormimos, por lo que resulta indudable que todos experimentamos viajes astrales, aunque sea de manera inconsciente, porque todos los seres humanos soñamos, lo recordemos o no. Nuestra mente trabaja a muy bajas frecuencias cuando dormimos, y eso propicia que podamos realizar dicha proyección o viaje.

Un gran sector del público opina que los viajes astrales son peligrosos, pero lo cierto es que no se corre ningún peligro de que nos podamos perder en el astral, pues nuestro cuerpo físico está unido a nuestro cuerpo astral mediante un cordón o hilo llamado CORDÓN DE PLATA, que es el que nos mantiene bien sujetos para que no nos extraviemos. Dicho cordón puede tener un grosor variable entre 5 y 1 cm., siempre dependiendo de la distancia a la que se encuentre nuestro cuerpo físico de nuestro cuerpo astral. Este cordón es elástico y flexible, por lo que se puede extender a voluntad hasta donde viajemos; sin embargo, a la hora de la vuelta, con sólo pensarlo, nos hace retornar hasta nuestro cuerpo físico de manera automática y sin ningún tipo de problema.

Los viajes astrales pueden ser conscientes, es decir, provocados por nosotros mismos, o generados de una manera espontánea en nuestro sueño o descanso nocturno. Son experiencias que acostumbran a darse en lugares distintos a los que conocemos y en situaciones que nos resultan extrañas o desconocidas. Podemos visitar lugares a los que nunca hemos viajado, o encontrarnos con personas o entidades que no conocemos. Incluso podemos experimentar sensaciones que en nuestro plano físico son imposibles.

Tras muchas investigaciones de campo para hablar con personas que han realizado este tipo de proyecciones de manera voluntaria, y que han accedido a contarlas y describirlas, se ha sabido que en estos viajes a lo desconocido nos podemos encontrar con diferentes entidades. ¡No sólo nosotros íbamos a poblar el Plano Astral! Dentro de los contactos que son factibles porque se han producido con viajeros astrales, están los Vampiros energéticos, que son seres del bajo astral que se cruzan en nuestro camino si bajamos muchos las vibraciones (esto puede ocurrir si nos dormimos con un estado de ánimo muy bajo o depresivo, o si inducimos el viaje cuando no tenemos unas condiciones emocionales óptimas). También están los Guías ciegos, que no son otros que nuestros seres queridos ya fallecidos, o bien otro tipo de seres diferentes, pues la variedad de entidades que pueden aparecer en nuestro periplo astral es enorme.

Para todo aquel curioso que desee iniciarse en este arte onírico, voy a dejar una serie de sencillas pautas para realizar un viaje astral inducido, aunque apele al sentido común del que se ponga a esta singular tarea. La prudencia, la paciencia y la práctica son muy necesarias, pues no se consiguen resultados óptimos antes de 2 meses. No obstante, las sensaciones una vez logrado son tan fantásticas, que repetir una vez tras otra puede llegar a convertirse en un placer.

CONSEJOS:
    • Es muy importante que nos mantengamos lúcidos en el sueño. A veces, podemos estar fuera del cuerpo sólo con un 20 % de lucidez, y no somos conscientes del todo de la experiencia que estamos viviendo.
    • Es posible que ya en la fase de ensoñación salgamos del cuerpo, así que hay que estar alerta en ese sentido para no perder la oportunidad.
    • Se puede realizar en el momento en que nos vayamos a descansar, sea la hora que sea.

TÉCNICA RECOMENDADA:
    • Nos tumbamos cómodamente en un lugar tranquilo y a oscuras, o en semi-penumbra.
    • Relajamos el cuerpo haciendo unas respiraciones profundas.
    • Acto seguido, iremos cerrando los ojos, pero sin llegar a concentrarnos en el negro o en la oscuridad.
        • Es preciso que nos esforcemos en observar los diferentes colores y formas que divagan por nuestro campo de visión a pesar de tener los ojos cerrados.
    • Hay que observar esas formas u objetos que van apareciendo. Pueden ser rostros, objetos, lugares.... No nos importe si en ocasiones son cosas surrealistas.
    • Nos centraremos en esos objetos o imágenes, pero sin fijar los detalles. Hay que dejar que vayan cambiando.
    • Estos, poco a poco, se irán volviendo más nítidos y empezarán a tener colores y adquirir realismo. Cada vez los iremos viendo más claros y nítidos.
    • En ese momento, todo comenzará a vibrar repentinamente, y nuestro cuerpo empezará a moverse de manera extraña. Es importante que no nos alteremos ni asustemos ante esta situación.
    • Acto seguido, y si el silencio es absoluto, nuestros oídos comenzarán a generar un pitido continuado que, transcurridos unos minutos, irá variando y comenzando a ondularse.
    • Es entonces cuando nuestro cuerpo comenzará a vibrar, y podremos acceder ya al plano astral.

Confío en que estos pequeños consejos os sirvan para iniciaros en este fascinante mundo. Si tenéis más curiosidad por el tema y deseáis ampliarlo, podéis escuchar al respecto mi intervención el programa LADRONES DE SUEÑOS, donde hablé de este fenómeno onírico. Os dejo el enlace donde aparece el podcast del programa.

http://www.maytedelsol.com/viajes-astrales-ladrones-suenos/ 

¡Feliz viaje!





domingo, 7 de agosto de 2016

IV JORNADAS DEL MISTERIO COSTA TROPICAL (MOTRIL)


Este es el 4º año en que la Asociación Motrileña MASIP propone un nuevo evento para la recaudación de alimentos para los más necesitados, y lo hace organizando las

 

IV JORNADAS DEL MISTERIO


Dichas jornadas, que se celebrarán del 13 al 15 de Octubre de 2016, ambos inclusive, en el Teatro Calderón de Motril (Granada), estarán llenas de temas relacionados con ese otro mundo desconocido y misterioso que nos rodea. Os detallo el orden de los diferentes días:

  • Día 13 de Octubre - 19:00 h. Conferencias de Fermín Mayorga, Grupo Ispal y Manuel Domínguez García.
  • Día 14 de Octubre - 18:00 h. Distintas actividades, como el programa de radio “La Escóbula de Brújula” con Jesús Callejo, Carlos Canales, David Sentinella, Juan Ignacio Cuesta y Marcos Carrasco. Además, también las conferencias impartidas por Javier Cabrejas y David Sentinella, y la Ruta del Misterio guiada por Manuel Domínguez García por las calles de Motril.
  • Día 15 de Octubre (¡atención! En el cartel hay una errata en la fecha porque figura 16 en lugar de 15) - 19:00h. Tres conferenciantes, Mayte del Sol, Sol Blanco Soler y Paloma Navarrete.

En el cartel podéis ver los títulos de las distintas ponencias que cada uno llevaremos, por si estuviéseis interesados en asistir, dado que promete ser un evento muy interesante.

Desde aquí quiero dar las gracias a la Asociación Masip por desear contar con mi participación, a la cual me dedicaré con toda la ilusión del mundo, especialmente por ser unas jornadas benéficas. Todo lo que se obtenga y recaude irá destinado al Banco de Alimentos.

Os invito a que asistáis, y sobre todo a que las disfrutéis al máximo. Ya sabéis que el precio es únicamente la aportación de 1 kg. de alimentos no perecederos.

¡Os esperamos!





lunes, 25 de julio de 2016

CUANDO HABLAMOS EN SUEÑOS




 ¿Te han sorprendido en alguna ocasión diciéndote que hablas mientras duermes? Posiblemente sea así y formes parte de ese aproximado 14% de los seres humanos que hablamos dormidos, aunque tan solo sean unas pocas frases masculladas, o sonidos incoherentes que no conducen a nada.

Este fenómeno, conocido científicamente como somniloquia, es una parasomnia que alude a hablar en voz alta durante el sueño. Suele producirse a menudo en la infancia, y con frecuencia no más allá de los 10 años de edad, perdiéndose este hábito con el transcurso del tiempo. Sin embargo, también lo pueden experimentar personas que hayan padecido episodios de sonambulismo en el pasado (o que si no lo han tenido, lo vayan a experimentar en el futuro). A pesar de encontrarse ya en la edad adulta, continúan manteniendo esa facilidad para hablar dormidos. El porcentaje es mínimo, pues son tan sólo un 5% de los adultos se ven afectados por la somniloquia.

Como es lógico pensar, hay muchas maneras de hablar mientras dormimos. Hay personas que balbucean palabras ininteligibles o simplemente sonidos extraños, mientras que otros son capaces de hilar y pronunciar frases comprensibles, pudiendo incluso llegar a hilvanar un discurso completo y coherente. Tanto en los estudios realizados al respecto, como en las experiencias que día a día vivimos con aquellas personas con las que compartimos lecho, también se ha comprobado que algunas hablan de manera espontánea y sin recibir ningún tipo de estímulo, mientras que otras pueden hacerlo motivadas porque un interlocutor les incite a ello. Es decir, si tienen a otra persona que va animándoles a que respondan, los durmientes lo harán hablando y siguiendo la conversación a pesar de estar sumergidos en el sueño. De esto puedo dar fe por mí misma porque me sucede muy a menudo, tal como me relata en ocasiones mi marido. De todas formas, en mí no es extraño pues fui sonámbula hasta los 21 ó 22 años de edad.

Para aclarar un poco este fenómeno, diré que el hablar dormido generalmente sucede durante un despertar transitorio del sueño, ya sea en la fase REM o no. A estas alturas ya conocemos que durante la fase REM se produce el llamado sueño paradójico, fenómeno en el cual la actividad cerebral es muy intensa, y durante el que los sueños son particularmente vívidos. Es en esta fase cuando, habitualmente, se produce una desconexión muscular para evitar que nos hagamos daño o lastimemos. Lo usual es que también se “desconecten” los músculos faciales, y que las cuerdas vocales permanezcan inactivas, pero en algunas ocasiones este mecanismo no se engrana bien y podemos llegar a pronunciar en voz alta palabras de lo que estamos soñando en ese momento, que es a lo que aquí hago referencia.

También puede darse otra situación y es que hablemos dormidos durante lo que se conoce como “sueños transitorios”, que no son otra cosa que las ensoñaciones propias de ese momento en que no estamos completamente dormidos, pero tampoco despiertos del todo. En ese momento, la desconexión muscular aún no se ha completado, y por eso podemos repetir algunas frases del sueño. En general, la persona puede hablar dormida en cualquier momento de la noche y durante cualquier fase del sueño, pero es más común que lo haga en las etapas más profundas. Por eso, las personas suelen hablar más a primeras horas de la noche, ya que a medida que avanza el reloj, el sueño se hace más ligero.

Las investigaciones han demostrado que generalmente no se trata de algo importante, sino más bien de discursos sin sentido y con una escasa duración de entre 1 y 2 segundos, aunque personalmente, y en base a mis propias experiencias, considero que este breve periodo de tiempo al que alude la ciencia es excesivamente corto. Sea como sea, no deja de resultar un acto fascinante si tenemos en cuenta las formas en la que se desarrolla, porque está claro que no se trata de una enfermedad. Hablar dormidos no tiene por qué suponer ningún tipo de preocupación, y en ocasiones hasta puede resultar simpático, siempre que no nos acometa la duda de si lo que hemos dicho resulta procedente o no ante nuestro oyente.

En circunstancias normales, las personas que no habitúan a recordar sus sueños con gran detalle sólo mantienen en su memoria unas breves pinceladas del paisaje de sus sueños. Sin embargo, hoy conocemos el caso de un hombre que narraba sus sueños con un detalle increíble, y que lo hacía mientras estaba dormido. Su nombre era Dion McGregor, y aunque falleció en 1994, nos dejó un increíble y fantástico legado de numerosas cintas de magnetofón (era el método de la época al alcance de cualquier bolsillo), donde se recogían sus sueños, narrados con un detalle increíble por él mismo mientras estaba durmiendo y “viviéndolos”.

Los sueños de MacGregor han llamado la atención de muchos especialistas, que ven en dichas grabaciones una ventana única al excepcional mundo al que viajamos cuando dormimos. Sus historias están llenas de personajes y situaciones excéntricas, y originaron los estudios de la académica de Harvard, Deirdre Barrett. Esta científica señala que las aseveraciones de quienes hablan dormidos no siempre coinciden con lo que están soñando, pues a veces, el discurso parece más bien un reflejo sin una historia asociada. Sin embargo, en otros casos, quienes hablan dormidos reportan sueños que coinciden ampliamente con sus somniloquios.

La historia de MacGregor es muy peculiar, pues de día era un aspirante a compositor que se codeaba con personajes de la fama de Barbra Streisand. Sin embargo, de noche, los dramas que narraba dormido eran impresionantes. En un momento determinado de su vida, y atravesando una mala racha económica, este hombre se alojó en casa de unos amigos, debiendo dormir en el sofá por no disponer de otro espacio la vivienda. Sin embargo, sus compañeros de alojamiento encontraban su hábito de hablar en sueños algo irritante y, debido a ello, en cuanto pudo se mudó con su amigo Michael Barr a otra vivienda. Fue a partir de ese momento cuando sus somniloquios comenzaron a encontrar una audiencia más dispuesta.

Muy temprano por la mañana, y procurando hacer el menor ruido posible, Barr se metía en el dormitorio de McGregor y colocaba un micrófono cerca de la cabeza de éste para comenzar a grabarlo. Algunas de las historias tenían tal nivel de detalle que hasta el propio McGregor se sorprendía después de su contenido. Fascinado, Barr se las mostraba con frecuencia a sus amigos. "Para él eran lo más destacado de su vida", dice Phil Milstein, un productor musical que comenzaría a intercambiar correspondencia con Barr y McGregor años después.

Por casualidad, las cintas llamaron la atención del legendario sello discográfico DECCA, que ofreció sacar un disco con una selección. El resultado fue un LP llamado “The Dream World of Dion McGregor” (El mundo de los sueños de Dion McGregor), que salió a la venta en 1964 junto con un libro de la editorial Random House. Además, determinadas grabaciones de sus monólogos en clave de humor se convirtieron en discos de culto en los años 60.

Temiendo que se tratara de un engaño elaborado, el sello le encargó a un psiquiatra que examinara a McGregor. Finalmente, y tras exhaustivas pruebas, el veredicto médico fue que estaba saludable, sano mentalmente, y que no mentía ni fingía en absoluto. De ahí que la Dra. Barrett creyese que esto probablemente se explicase con la idea de un estado híbrido de sueño entre el sueño de movimientos oculares rápidos – REM - (normalmente anfitrión de los sueños), y una sombra de conciencia al despertar.

Sea como sea, ahí están esas muestras de que mientras dormimos, no descansamos. ¿Le puede quedar a alguien alguna duda tras semejante caso?
 





viernes, 17 de junio de 2016

¿EXISTEN LOS SUEÑOS PROFÉTICOS?


Han sido muchos los testimonios que nos han llegado a lo largo de la historia, de diferentes sueños advirtiendo acerca de sucesos que se iban a producir en el futuro. Muchas personas narran, ya sea de manera anónima o bien facilitando su identidad, sueños impactantes que las han dejado muy marcadas. Dicho impacto se produce, en la mayoría de los casos, al convertirse el soñador en testigo de esas escenas que experimentó en estado durmiente y que, con el paso del tiempo, se han convertido en realidad.

Después del ofrecimiento que llevo haciendo desde hace un tiempo en mi página, han sido ya unas cuantas las personas que me han escrito para contarme sus experiencias oníricas, y esos hechos que las han dejado impactadas por la certeza de su profecía o pronóstico. Desde aquí quiero agradecerles a todos y cada uno su amabilidad por este gesto de confianza.


Tal como he explicado ya a unos cuantos interesados, los sueños proféticos, a los que también se les llama habitualmente premonitorios, son aquellos que, en apariencia, pronostican el futuro. Existen múltiples teorías acerca de este fenómeno, y las más racionales optan por la versión de que es nuestra mente la que, con una inmensa capacidad todavía desconocida para nosotros, organiza en el subconsciente todos los datos, vivencias, información, rostros así como otros aspectos que, normalmente, descuidamos en estado de vigilia y no incorporamos a nuestro registro cerebral de manera consciente. Es decir, sería nuestro inconsciente el capaz de saber lo que va a venir, lo que está por cumplirse justo antes de que nosotros organicemos esa misma información de manera adecuada y ordenada en nuestra lógica.

Sin embargo, existen otras teorías que para mí tienen igual o más importancia que la antes citada, pues el vaticinio de un sueño tiene un poder inmenso sobre nuestra psique y el mundo en que nos movemos. Hay personas muy incrédulas o escépticas, que consideran que las imágenes vistas en la noche sólo corresponden a ese maremágnum desordenado de acontecimientos que nos llevamos cada noche a la cama, y que durante el sueño nuestro cerebro transforma y asimila de manera anárquica. Sin embargo, esto no es así. Cuando una persona recibe un vaticinio en un sueño, su vida queda totalmente marcada por ese augurio, sea del tipo que sea. Como es lógico pensar, estos no son sueños habituales o al uso, sino los que en Psicología (y también en Parapsicología, por extraño que parezca), se denominan "sueños anómalos". Debido a su enigmática naturaleza, dicho sueños habitúan a ofrecerle al soñante información acerca del futuro inmediato, tanto de él mismo como de otras personas, y ese futuro puede tener lugar en cualquier espacio o tiempo. Por eso es por lo que se les conoce también, de manera más popular, como sueños premonitorios.

Hay que partir de la base de que cada persona es un mundo, vive bajo unas circunstancias determinadas, y de ahí que sus vivencias o experiencias oníricas deban ser tratadas de manera individualizada, tal como propugnaba el mismo Carl Jung. No obstante, tras confrontar las diversas fuentes e información de los soñadores que se han prestado a ello, se ha llegado a la conclusión de que, en un alto porcentaje de casos, una imagen onírica premonitoria tiene muchos puntos comunes cuando se desentraña su significado.

En los sueños premonitorios hay elementos que tienen un significado concreto en más de un 97 por ciento de casos, y lo que es más asombroso todavía, por diversas investigaciones se sabe, aunque no se quiere reconocer abiertamente, que en este tipo de de sueños intervienen también algunos de los denominados fenómenos parapsicológicos. Es obvio que cuando alguien duerme, está recibiendo constantemente estímulos tanto de su cuerpo como del exterior. Por eso, la suma de todos ellos induce a un estado de "sensibilidad onírica" que favorece la aparición inconsciente de sucesos extrasensoriales. Es ahí cuando intervendría la llamada precognición, o conocimiento de un hecho que se va a producir con certeza en el futuro, lo cual se comprueba a la mañana siguiente o tiempo después.

Aunque hoy día, cientos de personas estén experimentando sueños proféticos o premonitorios y no sean conscientes de ello, la historia nos ha legado casos asombrosos de personajes famosos, de los cuales sí tenemos constancia. Quizá uno de los casos más famosos sea el de Abraham Lincoln, quién relató a su esposa sólo unos pocos días antes, que iba a ser asesinado por John Wilkes Booth.

Entre otros, también ha llegado hasta nuestros días el sueño profético que un confidente del gran emperador romano César Augusto tuvo, y que ayudó a salvar la vida de dicho mandatario. Fue durante una de sus campañas, y mientras Augusto se estaba recuperando de una enfermedad en su tienda, una mañana el confidente le abordó para comunicarle que había tenido un sueño profético, donde veía que la vida del emperador estaba en grave peligro y debía trasladarse inmediatamente.
Aunque en un principio Augusto se negó, su confidente insistió tanto que al final cedió y se trasladó a un campamento ubicado en una localización diferente. Horas más tarde, el campamento donde estaba Augusto fue invadido por el enemigo y arrasado en su totalidad.

El hundimiento del Titanic fue también otro de los famosos sueños premonitorios que experimentaron diversas personas en la época de la catástrofe. Graham Greene, el famoso escritor, contaba en su biografía que la noche del 14 al 15 de abril de 1912 (justo la noche del hundimiento del Titanic), cuando él sólo tenía 5 años, tuvo un sueño acerca de un naufragio, y durante más de sesenta años conservó fresca en su memoria la imagen de un hombre cubierto con un impermeable, que se agarraba fuertemente a la escalerilla del barco mientras una enorme ola lo envolvía.


Es una auténtica lástima que para muchas personas, los sueños premonitorios o proféticos no pasen de ser una mera anécdota, y no se considere digna de atención la capacidad que algunos individuos poseen en dicho sentido. Por fortuna, para otras personas los sueños proféticos se han convertido en una herramienta muy valiosa. Cuando se aprenden a utilizar de manera correcta este tipo de sueños, se convierten en una guía para nuestra vida que nos puede ayudar a escoger los mejores caminos, e incluso también evitarnos situaciones catastróficas que nos pudiesen afectar. Muchos expertos psíquicos afirman que cuanto más se trabaje con los sueños premonitorios, más confiaremos en nuestra intuición, además de poder interpretar el simbolismo de los sueños y traducirlo en auténticas profecías, caso de que sea ese el mensaje que debamos recibir.


jueves, 28 de abril de 2016

SUEÑOS PARA SANAR


 

El trabajo con los sueños siempre ha resultado fascinante, sobre todo por lo que tiene de misterioso e impenetrable. ¿De dónde proceden las escenas que vemos mientras dormimos? ¿qué nos transmiten? ¿es tan sólo nuestro subconsciente el que las hace aflorar o hay algo más?. Tras numerosos estudios realizados, se sabe que muchos de los sueños que experimentamos nos proporcionan autoconocimiento, permitiéndonos contactar con nuestro espíritu y nuestra alma para poner en práctica su inagotable sabiduría.

Sin embargo, este descubrimiento no es fruto de los últimos tiempos. En casi todas las culturas antiguas ya existía una visión universal acerca de la naturaleza de los sueños, la cual, por desgracia, ha perdido bastante credibilidad en la época actual. Dicha visión era y es común todavía a muchos pueblos, y sostiene que algunos de nuestros sueños tienen un origen divino, pudiendo ser también un portal a otros mundos espirituales, o incluso transmitir mensajes y visiones de carácter profético.

Huicholes o Wirrakilas de México, egipcios de la época más remota, la India ancestral o incluso la civilización china, todos ellos nos hablan de unas profundas creencias, como la de que el sueño puede facilitar el mensaje enviado por un dios o un antepasado, o que puede ser originado por un viaje del alma. Incluso se considera que los niños podían soñar con sus vidas pasadas, y los ancianos con sus próximas encarnaciones. Hasta los aborígenes australianos tienen dentro de cada tribu a un “evocador de sueños”, tradición que continúa manteniéndose en la actualidad.
 
Pero hoy quiero hablar de una magnífica cultura antigua que trabajaba con ellos, y de la que por desgracia hemos olvidado sus enseñanzas al respecto. Me refiero a la antigua Grecia, cuna de nuestra civilización, y que creía en el gran poder sanador de los sueños. Partiendo de la base de que en la Grecia clásica convivían tanto la medicina religiosa como la secular, la civilización griega consideró que debía existir un centro o templo de curación cuya terapia fuese la interpretación de los sueños. Dichos templos de salud aparecieron alrededor del siglo VI a. C., y su culto fue dedicado al dios Asclepio (dios griego de la medicina), extendiéndose rápidamente y llegando incluso hasta Egipto, donde fue identificado con Imhotep y Serapis (dioses de la medicina egipcia).

Estas edificaciones de la antigua Grecia eran realmente famosas, y recibían el nombre de Asclepeion (o asklepieion, en griego Ἀσκληπιεῖον), por su consagración a este dios. Su función era básicamente erigirse como lugares adonde los enfermos podían acudir para tener sueños sanadores. Los santuarios más importantes fueron el de Epidauro, el de Tricca (para algunos autores el Asclepion más antiguo conocido), Lebén y Cos, siendo considerado el de Pérgamo, en Turquía, el primer hospital mental del mundo. En el año 295 a. C. apareció en Roma el primer templo dedicado a Esculapio (nombre romano de Asclepio), y la fama de estos templos llegó a ser tal que al principio del cristianismo y en la antigua Roma, el culto a Cristo fue compartido con el culto a Esculapio.
 
Retornando de nuevo a Grecia, fue hacia el año 300 a.C. cuando el culto de Asclepio se hizo mas popular, y por eso, los peregrinos – tanto ricos como pobres -, acudían en gran número al Asclepeion, especie de santuario o balneario medicinal donde podían ser curados. El proceso o ceremonia, llamado Incubatio, era sencillo y no requería ayuno ni atuendos especiales. Primero se purificaban los enfermos mediante un baño previo, y posteriormente realizaban una sencilla ofrenda al templo, la cual estaba al alcance de cualquiera. Cuando los enfermos se disponían a dormir, todos bebían antes un agua especial, acostándose después en una gran sala diáfana. Una vez que se apagaba la iluminación, se les exigía mantener silencio. Durante el transcurso del sueño, el dios en persona o una epifanía suya, como por ejemplo su serpiente, ejercía sobre ellos la pertinente acción terapéutica, o bien les señalaba qué tratamiento debían seguir para recuperar la salud.
 
Según nos ha llegado hasta nuestros días, el dios se aparecía a cada uno de los enfermos de manera individual, no haciéndolo jamás de forma colectiva. En la mitología griega, Asclepio enviaba sus poderes sanadores a través de la serpiente, pues dicho reptil estaba consagrado a este dios, y por eso a menudo fueron usados en los rituales de curación. Las serpientes no venenosas eran dejadas reptar en el suelo de los dormitorios donde los enfermos y heridos dormían, y a los que se decía que lamían la parte enferma en sueños.
 
Hay que tener en cuenta que en dichos templos la medicina provenía de una larga tradición mítica, pues la importancia de la vida onírica era tremenda en la religiosidad antigua. Sin embargo, el rito fue sufriendo transformaciones poco a poco, y los encargados del templo, llamados curiosamente therapeutes, (palabra que ha trascendido hasta la actualidad encuadrando a los profesionales dedicados a la sanación) se convirtieron en intérpretes de los mensajes ocultos en el simbolismo de los sueños. Cuando los enfermos habían dormido una noche en el templo, a la mañana siguiente se les pedía que contasen sus sueños a un sacerdote o therapeute, quien al escucharlo prescribía una terapia, si ello era posible, en base a la interpretación de las imágenes oníricas y partiendo de la base de que era el dios Asclepio quien le había dado al paciente la solución a sus problemas por medio de los sueños experimentados. El terapeuta era quien le ayudaba a interpretarlos, aunque en muchas ocasiones era preciso que los enfermos durmiesen en el templo unas cuantas noches más.
 
No cabe ninguna duda de que en los Asclepeion se producían curaciones, y prueba de ello fue la gran popularidad que dichos santuarios adquirieron durante mucho tiempo, lo cual se sabe por la cantidad de exvotos (obsequios de los sanados en agradecimiento por el beneficio obtenido) que se encontraron en sus ruinas. Pero ¿por qué se producían estas curaciones? Cierto es que en todo este proceso existe una gran parte psicológica. 
 
Además, los santuarios eran una especie de balnearios en los que se llevaba un estilo de vida saludable, lo cual también podría ayudar a la curación dependiendo de la dolencia que se hubiese ido a tratar. Por otra parte, la autosugestión también puede explicar algunos casos, como el de recuperar una función (la voz, el movimiento de un miembro…) inhibida por una perturbación nerviosa, pero de ahí a considerar que el ambiente y el entorno producían la curación en todos los casos, media un abismo.
 
Resulta obvio que una de las mayores pérdidas que ha sufrido nuestra moderna psicología, siempre en pos de fundamentos científicos, ha sido descartar estas visiones por considerarlas irreales y fruto de nuestra fantasía. Lo más sorprendente de los sueños es que, cuando comenzamos a prestar un mínimo de atención a sus mensajes, podemos solucionar muchos problemas, pues soñar es un sistema curativo en sí mismo. Son consejos que provienen directamente del espíritu, cuando no de otros lugares más especiales, y que pueden aplicarse en beneficio de nuestra evolución personal y colectiva.



viernes, 11 de marzo de 2016

ARCONTES EN LOS SUEÑOS




Es bien sabido que en el momento en que nos sumergimos en el profundo sueño de la noche, y por qué no, también en cualquier otro momento del día para descansar, abrimos un portal dimensional por el que nosotros mismos podemos salir en ocasiones para vivenciar experiencias extracorpóreas, voluntarias o involuntarias, o bien ser visitados por entidades de otros planos. Ese es un momento en el que nuestra psique se encuentra desprotegida, y por eso, si algún ser de otra dimensión desea acercarse, tiene el terreno abonado para ello.

 

 

Entre algunas de estas entidades podemos encontrarnos con difuntos y seres queridos que nos dejaron, entidades espirituales, seres de otros planos del astral (ya hablé del Bajo Astral en el artículo http://www.maytedelsol.com/el-bajo-astral-y-sus-habitantes/), o aquellos que jamás han sido físicos porque habitan una dimensión especial, aunque cohabiten con nosotros a todas horas sin que seamos conscientes de ello.

 

 

Uno de estos grupos de entidades son los llamados “Arcontes”, palabra griega con una antigüedad de más de 2.000 años que significa “gobernante”. Se dice que estos seres están conformados por una especie de materia elemental, siendo su objetivo invadir como parásitos nuestra mente para modificar nuestra percepción del universo. Se habla también de su extraordinaria y elevada capacidad psíquica, y su facilidad para imitar la realidad y confundirnos. Hay que partir siempre de la base de que el ser humano no es infeliz porque sea consustancial a su naturaleza ser infeliz o desdichado. En general, y es algo cada vez más comprobado, somos infelices porque hay entes que cohabitan con nosotros y nos generan bajas emociones, provocando situaciones que nos hacen sufrir. Sé que esto resulta algo difícil de digerir, pero no deja de ser una realidad.

 

 

Toda esta información de la que gozamos ahora proviene de los manuscritos de Nag Hammadi, escritos entre el II y IV siglo de nuestra era y encontrados en Egipto en 1945, aunque no se hiciese pública su veracidad e importancia hasta 1947. En ellos se habla de los Arcontes como criaturas supra-humanas, verdaderas dominadoras de este mundo. Según dichos textos, podrían tener dos formas: embrionaria (similares a los famosos grises que tanta fama tuvieron en los 70 del siglo pasado), o dracónica (del tipo reptiliano), lo cual enlaza directamente con la información dada por algunas religiones. Estos seres son maestros de la simulación, pero no tienen conciencia ni experiencia humana. Dado que algunos antropólogos los han visto mediante estados alterados de conciencia, hablan de que son seres no orgánicos, y se especula con la posibilidad de que únicamente estén conformados por silicio y mercurio.

 

 

Quizá al hilo de las hipótesis más científicas, curiosamente también aparece la figura de los Arcontes en muchos textos sagrados, tal es el caso de la Biblia. Incluso algunas mitologías como la celta y la azteca los aceptan. Además, las primeras iglesias ya los definían como una especie de infección psíquica, dado que pueden acceder a los cuerpos humanos modificando su propia forma para desorientar. Para la Kabbalah, su origen está en Adán y Eva, que crearon dos ángeles – Aza y Azael - los cuales se revelaron contra el creador y bajaron a la Tierra para crear sus propias descendencias. Siempre fueron vistos como extraños, e incluso Enoch los definió como los visitantes. Según el Zóhar (parte esotérica de la Torá de los Judíos), los Arcontes se clasifican en diversos grupos: los Gibborim, que buscan honores, los Amalekim, que generan dudas y traen mal de ojo, los Nefilim, que generan odio gratuito, los Refaim, que ponen obstáculos en todos nuestros objetivos, y los Anakim, que generan odio y cizaña entre humanos.

 

 

La religión judaíca también refiere que son entes espirituales no encarnados que viven en dimensiones paralelas, y que nos envidian, provocando situaciones desagradables, las cuales desembocan en emociones generadas por nosotros, como miedo, celos, falta de auto-estima, culpa, tristeza, desesperación... De esa forma, hacen de nuestro mundo una granja de humanos convertidos en comida espiritual, nutriéndose de nuestros miedos. Digamos que ellos comen nuestras bajas emociones, de igual forma que nosotros comemos nuestra comida. Esas vibraciones que generamos con odio, ira celos... son su alimento. Cuanto más odio generemos, más crecen y engordan ellos.

 

 

Los gnósticos afirman que los Arcontes secuestran por la noche y durante el sueño a las almas humanas, y a pesar de que los Eones - entidades positivas que vigilan y guardan la vida en el centro de la galaxia – nos protegen, siguen teniendo mucho poder. Por eso, a menudo se convierten en intrusos en nuestros sueños, dada su capacidad para entrar en ellos. Mediante este método, influyen y determinan nuestros experiencias oníricas, sobre todo si canalizamos o trabajamos mancias u oráculos. En ocasiones, pueden presentarse como Maestros de Luz que dan consejos, o bien como Seres Ancestrales que dan órdenes o sugerencias a modo de consejo para que sigamos sus dictados, y así tenernos bajo su influencia. Incluso pueden exigirnos algún tipo de compensación, sea la que sea, por dicho consejo. En realidad, no nos pueden forzar a que hagamos algo, pero sí influir y crear sincronías artificiales, acercando a una persona con otra para sus fines, o enviando sueños y supuestas experiencias psíquicas que podríamos creer son verdaderas.

 

 

¿Cómo superarlo? Es en nuestro hemisferio derecho donde tenemos la solución. Si aprendemos a utilizarlo mejor y nos dejamos guiar con mayor frecuencia por esta parte del cerebro, ascenderemos a un nivel espiritual que no pueden alcanzar dichos entes. En el momento en que trabajamos con este hemisferio, intuitivo por excelencia, nos elevamos mentalmente y nos “vacunamos” contra estos seres. El hemisferio derecho es más poderoso de lo que pensamos, y trabajar con la meditación para potenciarlo es una herramienta muy eficaz. Aparte de ello, recomiendo trazar un círculo mental de protección a la hora de acostarnos en la cama, cerrándolo bien, y abrirlo a la hora de levantarnos. Es el mejor método para mantenernos alejados de desagradables intrusiones oníricas.

 

 

 

martes, 1 de marzo de 2016

LOS ATRAPASUEÑOS


Seguro que muchos de vosotros habéis escuchado esta palabra en más de una ocasión, y es probable que a estas alturas sepáis el objeto al que designa, el cual ha proliferado en las tiendas esotéricas o New Age en los últimos años. Nada más verlos, llama la atención su configuración, con hilos entretejidos cual telaraña en el centro de una circunferencia realizada en madera, y de la cual penden diversos colgantes con plumas coloridas. En sí, es un bonito y decorativo objeto, y si atendemos a la propia palabra, es fácil imaginar su utilidad pero ¿de dónde proceden en realidad? ¿son eficaces? ¿se les puede dar un sentido únicamente chamánico, o encierran algo más?

En la actualidad, y tras haberse hecho bastante populares, sabemos que los Atrapasueños son instrumentos de poder por encima de todo, provenientes de una ancestral cultura chamánica radicada en naciones nativas norteamericanas, y realizados absolutamente de manera artesanal. El arco central más grande y visible representa a la Rueda de Vida, y está atravesado por una malla. En su simbolismo más auténtico, dicha malla representa a los sueños que tejemos, no sólo en nuestras experiencias oníricas nocturnas, sino también a los sueños del Alma y a la energía en movimiento generada en nuestras actividades cotidianas. El centro de la red es considerado como el vacío o Espíritu creador.

El Tiempo de los Sueños, denominación que otorga el Chamanismo a nuestros sueños nocturnos cotidianos, es influenciado por buenas y malas energías en todo momento, de la misma forma que ocurre con todo lo que se mueve en este universo. Estos sueños, siempre bajo el prisma chamánico, son clasificados de tres formas distintas: sueños positivos, sueños negativos, y aquellos que finalmente olvidamos mientras nuestro cuerpo descansa. Por eso, la función del Atrapasueños es alejar a aquellas energías negativas que se acercan a nuestro espíritu en sueños. En caso de que éstas pretendan perturbarnos, son atrapadas en la malla y se disipan por el agujero central cuando los primeros rayos del sol asoman por el horizonte. De esta manera, dicho artilugio sólo permite que se filtren los sueños “buenos”, eliminando los “malos”, y quedando enganchados en sus plumas, originariamente de águila, los cuales finalmente olvidamos por no ser vitales para nuestro aprendizaje existencial.

La palabra atrapasueños proviene de la inglesa “dreamcatcher”, y tiene su origen en la ancestral creencia de dos naciones nativas americanas, los Ojibwa y los Lakota. En la lengua de los Ojibwa, a este amuleto se le llama “Asabikeshiinh” (araña), aunque también se le conoce con el nombre de “bawaajige nagwaagan” o cepo de los sueños. Cuenta la leyenda que una mujer araña que llevaba por nombre Asibikaashi, se encargaba de cuidar y proteger a la gente de la tribu por las noches. Debido a la gran dispersión que sufrieron los nativos americanos con la llegada del hombre blanco, la mujer araña optó por continuar luchando para que la magia protectora alcanzase a todos sus congéneres de raza, tejiendo redes con propiedades mágicas para ir colocándolas después sobre las camas de la gente. De esa manera, se atraparían los malos sueños, siendo eliminados al llegar el amanecer. A raíz de esta creencia, el Atrapasueños pasó a colocarse encima de la propia cama, o especialmente sobre la cuna de un recién nacido, pues se considera un poderoso instrumento de protección ante la magia negra y los influjos negativos. Tradicionalmente, los Ojibwa construían los Atrapasueños atando hebras de sauce alrededor de una argolla circular de unos 9 centímetros o con forma de lágrima, dando como resultado una red semejante a una telaraña, hecha a su vez con fibra de ortiga teñida de color rojo.

Sin embargo, para el pueblo Lakota de la tribu Sioux de Norteamérica, los Atrapasueños funcionan de distinta forma. En su caso, las pesadillas pasan por la red y se dirigen hacia el centro, mientras los buenos sueños quedan atrapados en los hilos y hebras, y se deslizan hacia las plumas, por las cuales descienden hasta la persona durmiente. Como es obvio, no se puede asegurar si alejan o no los malos sueños y bajas energías, o las malas vibraciones, pero sí que ejercen un poderoso efecto psicológico sobre el durmiente.

Según la leyenda lakota, un viejo chamán estaba en una montaña cuando tuvo una visión. En ésta, Iktomi - el maestro de la sabiduría - se le aparecía en forma de araña para hablar con él. Mientras hablaban, Iktomi tomó un trozo de madera del sauce más viejo, y dándole forma redonda, comenzó a tejer una telaraña empezando desde afuera y avanzando hacia el centro. Cuando terminó, la adornó con plumas que tenía a mano, pelo de caballo, cuentas y adornos, y se la dio al anciano lakota diciéndole: "Mira la telaraña. Es un círculo perfecto, pero en el centro hay un agujero. Úsala para ayudarte a ti mismo y a tu gente, para alcanzar tus metas y para hacer un buen uso de las ideas de la gente, sus sueños y sus visiones. Si crees en el Gran Espíritu, la telaraña atrapará tus buenas ideas, y las malas se irán por el agujero". El anciano le pasó la visión que había tenido a su pueblo, y ahora los lakotas usan el Atrapasueños como la red de la vida. Esta tribu cree que dicho talismán protege su destino, pues lo cuelgan encima de las camas de los niños para escudriñar los sueños y las visiones. Lo bueno de los sueños queda capturado en la telaraña de la vida y enviado con ellos, y lo malo escapa a través del agujero del centro y no formará nunca más parte de ellos.

Sin importar cual de las dos leyendas sea la verdadera, ambas tienen la misma finalidad, que no es otra que eliminar los malos sueños y mantener los buenos. Como es habitual, los seres humanos tomamos prestados de otras culturas determinados símbolos cuando consideramos que nos pueden resultar de ayuda. En este caso, la civilización occidental ha adoptado este objeto, tal vez debido a su toque étnico, pero sobre todo para apoyarse en él a la hora de visualizar y generar energía positiva y buenas vibraciones, especialmente en los sueños, que es cuando más desprotegidos nos encontramos.

A pesar de que los Ojibwa comenzaron a comercializar estos amuletos en los años 60 del siglo pasado, y aunque siguen siendo muy criticados por sus congéneres ante lo que, en cierto modo, fue una profanación de sus secretos mágicos, hoy día siguen manteniendo la misma esencia. Su sola presencia en un dormitorio parece alentar a que nuestra psique se predisponga de manera inconsciente para un sueño reparador y tranquilo.





sábado, 20 de febrero de 2016

A LOS QUE SÓLO VEMOS CUANDO SOÑAMOS






Hace unos días, disfrutando de la gala de los Goya, escuché una frase que me sobrecogió, la que da título a esta entrada. De las películas en liza, Truman era la única que yo había visto, quizá por la fascinación que me inspira Ricardo Darín. Esta cinta protagonizada por el genial actor argentino resultó ser la gran triunfadora de la noche, y cuando su productora, Marta Esteban, salió a recoger el Goya a la mejor película, hizo la clásica dedicatoria: a todo el equipo, a la familia, etc. Y justo al final de sus palabras de agradecimiento, dejó la siguiente perla: “Y a los que sólo vemos cuando soñamos.”.

Esta frase, tan sencilla como hermosa, digna de ser enmarcada, seguramente no fue entendida por la mayoría de los espectadores. Aunque no voy a destriparla, sólo diré que Truman es una película sobre el amor a la vida y la aceptación de la muerte. Y es a nuestros difuntos, sin duda, a quienes se refería Marta Esteban con su dedicatoria “a los que sólo vemos cuando soñamos”. Muchos pensaréis, y con razón, que podemos soñar con nuestros difuntos porque los añoramos, y las imágenes son sólo fruto de nuestro subconsciente, una reconstrucción cerebral de entrañables recuerdos. Pero no es menos cierto que en ocasiones ellos sí se nos acercan realmente, aprovechando que mientras dormimos caen las barreras que les impiden contactar con nosotros. Los sueños son así de mágicos.

Nadie está solo. Ninguna persona, por muy desesperada que esté, queda abandonada a su suerte por los seres que la amaron. Sólo necesitas detenerte, relajarte y pedir con el corazón. Porque ellos están ahí. Es cierto que no los puedes ver, de hecho es algo absolutamente excepcional poder verlos cuando estamos despiertos, pero tampoco se pueden ver las ondas de telefonía móvil, y nadie duda de su existencia. Nuestros difuntos, y otros seres de luz que nos acompañan, son quienes nos ayudan a salir adelante cuando estamos muy cansados y pensamos que ya nada merece la pena.

Necesitamos creer en ellos, saber que la muerte no es real, sino sólo un tránsito que no recordamos, pero por el que todos hemos pasado y volveremos a pasar. Si no crees, si no tienes fe, si maldices tu vida, tú y sólo tú estarás impidiendo que te puedan ayudar y proteger quienes están deseando hacerlo. Muchos afirman que no se sabe a ciencia cierta qué es más real, si el estado de vigilia o el de sueño. Lo que yo sí te puedo asegurar es que, dondequiera que estés, si les haces un hueco en tu maltrecho corazón, podrás verlos. Ellos siempre estarán ahí para iluminar la película de tu vida. Confía: no necesitas nada más para revivirlos y revivirte.




domingo, 3 de enero de 2016

LA IMPORTANCIA DE LOS SUEÑOS




Desde niños, y ya en las aulas, se nos enseñó a reconocer y valorar los cinco sentidos que posee el ser humano: vista, oído, olfato ... pero hubo algo que, desde tiempos algo lejanos, se pasó por alto: la enseñanza de los sentidos superiores. En la antigüedad clásica resultaba habitual incluir entre las lecciones del alumno el reconocimiento de dichos sentidos, como la existencia en nuestro interior de la intuición, la percepción del amor o la percepción de la espiritualidad. Sin embargo, en la actualidad dichos aspectos se han omitido, dando a entender que no son considerados de vital importancia. Tal vez no lo sean, pero sí resulta incuestionable que son de una utilidad sumamente valiosa para el desarrollo del individuo, y por qué no, para el devenir de su suerte.

La importancia de los sueños resulta cada vez más innegable, a pesar de ser denostados oficialmente por la ciencia ante las pocas aportaciones empíricas que suministran. Sin embargo, pasar de puntillas por lo que los sueños nos transmiten impide que obtengamos una serie de enseñanzas magníficas, pues entre otras cosas, nos ayudan a recuperar y reconocer esos otros sentidos de los que hablaba y que pasamos por alto con frecuencia. Al dormirnos, entramos en contacto con nuestra esencia y con todas las experiencias acumuladas, y por eso resultan de una ayuda tremendamente valiosa, tal como descubrieron algunos psiquiatras del siglo XIX y XX.

Sigmund Freud y Carl G. Jung son dos de los más famosos, por ser prácticamente pioneros en el estudio y descubrimiento de lo que el mundo onírico tenía oculto en su misterioso frasco de esencias. A ellos debemos el que nuestros sueños se revelasen, nunca mejor dicho, como una gran ayuda terapéutica para muchas de nuestras dolencias a diversos niveles. Antes de estos dos psiquiatras, los sueños eran considerados habitualmente algo esotérico, especial y misterioso, pasando a ser metidos directamente en un cajón de sastre junto con otras artes adivinatorias que lo difuminaban todo y a las que no se les prestaba ninguna atención.

Sin embargo, fue Freud el primero en darse cuenta del valor de nuestros sueños. Investigando con sus propios sueños, ya en el siglo XIX comenzó a dar luz a este tema, creando el famoso y complejo psicoanálisis, que saca a la superficie todo lo que la persona lleva en su inconsciente para darle sentido. Freud descubrió que la mente del ser humano se asemeja a un iceberg, pues tan sólo asoma una pequeña parte al exterior, que es la que vemos y manejamos de forma cotidiana. Sin embargo, “bajo el agua” subyace una especie de “saco”, al que llamamos inconsciente, y que es donde reside todo lo que hemos vivido, tanto en esta como en otras vidas (para el que crea en cuestiones reencarnacionistas). Cuando esta información, que dormita oculta en nuestro interior, es negativa, nos hace daño sin que comprendamos de qué manera influye en nuestro comportamiento: agresividad inexplicable, inconstancia, soledad... 

Buscando en nuestro inconsciente, y sacando a la luz todas nuestras frustraciones, podemos comprenderlas y sanarnos. ¿Pero cuál es la mejor forma de sacar esta información a flote? Sin lugar a dudas, la herramienta por excelencia es el sueño, mediante el cual liberamos y expulsamos todo lo que hay de nocivo en nuestro interior. Digamos que éste actúa cada noche a modo de un psicoanálisis que nos realizamos a nosotros mismos. Los sueños son otra realidad a la que podemos acceder, siempre que los sepamos conducir y/o interpretar correctamente. Para adentrarnos en ellos debemos hacerlo, habitualmente, a través de los signos o símbolos que aparecen en esas escenas oníricas. Es poco frecuente, aunque no imposible, que recibamos mensajes directos y que no necesiten interpretación, pero esos se encuadrarían en otro tipo de sueños, como los premonitorios, telepáticos o mediúmnicos, por poner un ejemplo.

Retornando a los sueños de descarga o desprogramación, esto es, los cotidianos y en los que sacamos a flote lo que llevamos retenido en nuestro interior, pueden contener alguna clave para ayudarnos a liberar procesos psicológicos traumáticos que llevamos anclados. En ese caso, el entendimiento o comprensión de lo que significan los diversos símbolos nos ayudaría ampliamente en nuestra tarea terapéutica, pues son una auto-defensa natural nocturna de nuestro ser interior. Carl Jung trabajó mucho esta parte, y con ello llegó a descubrir el famoso Inconsciente Colectivo, ese que aglutina toda la información de la humanidad, y que ahora también denominan Registros Akhásicos. Jung se adentró en este terreno cuando el paciente que acudía a su consulta le contaba un sueño y no encontraba ninguna relación con la vida del individuo. A partir de ahí, analizaba el signo y extraía conclusiones, aunque también llego a auto-analizarse él mismo, obteniendo importantes y trascendentes respuestas.

Hay que tener en cuenta que los signos y símbolos los entiende nuestro hemisferio derecho, pues es el más sutil, creativo y vidente, si se me permite la expresión. Con él podemos llegar a tener percepciones extrasensoriales, como a mí misma me ha ocurrido en numerosas ocasiones, y estoy convencida de que también a muchas otras personas. Estos símbolos están relacionados con el inconsciente colectivo, y nuestro hemisferio derecho los comprende mucho mejor. Dichos símbolos son arquetipos entronizados en la humanidad entera, aunque con variantes, siempre dependiendo de la formación y entorno en el que se mueve cada persona, y predominando, ante todo, las creencias religiosas. Deseo recalcar que éstas son muy importantes a la hora de analizar debidamente un sueño o experiencia onírica.

Como es conocido a estas alturas, existen diferentes tipos, siempre en base a lo que vamos vivenciando en el día a día. Los más comunes son los sueños de descarga, en los cuales nos liberamos de la “suciedad” de las experiencias cotidianas, que han quedado retenidas y no saben cómo aflorar al exterior. También están los sueños terapéuticos, que nos envían mensajes para que descubramos lo que ocurre dentro de nosotros mismos: fobias, inseguridad...., y además tenemos en ocasiones sueños lúcidos, que implican alcanzar la consciencia de que estamos soñando. Este tipo de sueños se pueden utilizar en nuestra propia ayuda, tal como asevera Stephen LaBerge, de la Univesidad de Stanford (USA), o Paul Tholey, en Alemania, ambos, auténticas eminencias en el apartado de los sueños lúcidos.

Pero aparte del tipo de sueños que antes mencionaba, también existen otros de índole más profunda y especial: premonitorios, telepáticos, lúcidos, resolutivos de problemas, paranormales o extrasensoriales. Además de ellos, tenemos también los famosos viajes astrales que nos permiten “viajar” sin habernos movido de nuestro lecho, aunque existan ciertas discrepancias entre los estudiosos del tema. El propio LaBerge asegura que los viajes astrales son realmente viajes mentales, porque lo que se desplaza es únicamente la mente. Sin embargo, los que sí han profundizado en este tipo de experiencias lo contradicen diciendo que sí existe una auténtica salida extracorpórea.

Son grandes misterios que, por fortuna, poco a poco y con la ayuda de los estudiosos que a ello se aplican, vamos descubriendo. Por eso, aconsejo no menospreciar en absoluto las experiencias oníricas, y tenerlas muy en cuenta en nuestro día a día. Son los maestros “escondidos”, que desde el insconciente, nos van dictando las lecciones de vida que más nos pueden ayudar en cada momento.