Aunque no sea habitual que escriba de mis consultantes ni clientes, entre otros motivos por la confidencialidad a la que me debo con mi profesión, hoy me he decidido a contar un caso concreto. Por supuesto, no voy a citar nombres ni circunstancias personales, pero creo que puede ser de interés para todos aquellos que trabajan con energías, o que se acercan a ese mundo con mucha curiosidad pero escasa protección.
Hace unos meses apareció por primera vez en mi consulta un cliente que dijo sentirse muy atacado por energías negativas. Ante mis lógicas y necesarias preguntas, respondió de manera muy coherente, por lo que entendí que era una persona que detectaba la toxicidad en los demás, así como las bajas vibraciones. Sin embargo, al abrir las cartas la primera vez, me sorprendió que éstas fuesen bastante anodinas. Parecía que la tirada de tarot tuviese una neblina encima que apenas me transmitía nada. Eso me dejó perpleja.
Seguí realizando tiradas mientras él me confesaba ser muy habitual de cursos de toda índole, siempre referidos al mundo espiritual y esotérico. Mencionó llevar años asistiendo
a ellos y sentirse muy atraído por estos temas, pero percibí mucho desorden en el tipo de información que manejaba. Era como si tuviese los conceptos aglutinados sin haber terminado de digerirlos para trabajar correctamente con ellos.
Debo confesar que desde el primer momento noté que la neblina que me transmitía el tarot también me la reflejaba él. Era como si pretendiese dar una imagen de tranquilidad, cuando en realidad emanaba una energía negativa que me causó desasosiego. Como siempre hago en estos casos, me crucé de brazos y piernas y continúe dialogando con él, porque el peligro de trabajar con energías es grande, y porque más que desear que le echase las cartas, lo que parecía querer era que yo le orientase acerca de cómo defenderse de esas entidades atacantes.
Al realizar una nueva tirada, comprendí que esas amenazas que él decía sentir estaban originadas por sus torpes incursiones en cursos y terapias energéticas. Digo esto porque, si no conoces bien el mundo en el que te metes, lo mejor que puedes hacer es dejarlo de lado o acudir protegido al máximo, cosa que esta persona no hacía.
Según me solicitó, le expliqué unas cuantas cosas básicas para que no tuviese ataques energéticos por parte de ninguna entidad ni en ningún momento. Él lo agradeció profundamente, y el tiempo pasó a gran velocidad, dejando algunas preguntas por su parte en el tintero. Hace poco volvió porque quería resolverlas. Sin embargo, cuando regresó recibí la misma impresión que la primera vez; es decir, no había mejorado nada a pesar de que mencionó estar siguiendo al pie de la letra mis consejos.
Mi percepción no fue esa, y en esta segunda ocasión, las cartas hablaron claramente, pero no con lo que él deseaba escuchar, sino con una serie de consejos para ambos, tanto para él como para mí. Para él, que se estaba alejando de su centro y siendo pasto de energías molestas o perjudiciales. Para mí, que era una persona tóxica de la que debía protegerme por la negatividad que emanaba.
La conclusión de todo esto es que hay que tener mucho cuidado con los cursos o actividades de este tipo a los que asistimos, y también con las terapias que recibimos. En estas situaciones nos podemos juntar con personas, ya sean alumnos o profesores, que vayan muy cargados, y cuya densidad energética nos afecte para mal. A lo largo de los años he conocido a profesores o terapeutas que, más que hacer bien, han hecho un daño tremendo y luego ha costado mucho recuperar a las personas que han enseñado o tratado en terapia. Digo esto en concreto por la experiencia sufrida por un ser muy querido para mí.
Además, los locales donde se imparten este tipo de actividades también pueden estar muy cargados. Es de vital importancia realizar una limpieza energética del lugar una vez que el cliente o los alumnos se hayan marchado. De lo contario, la energía permanece, y si se estanca, se vuelve negativa. Aquellos que trabajamos con otras personas debemos estar preparados para muchas situaciones conflictivas, ya que a nuestra consulta acude gente con problemas. Siempre hay que protegerse. Así evitaremos los peligros de trabajar con energías que nos puedan contaminar. A su vez, las personas que vengan después no se verán afectadas.
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